Al uso de la demagogia también recurren ciertos profesionales; por ejemplo, los periodistas que, entre otras perversiones, dicen o escriben lo que quiere escuchar o leer el sector del mercado en el que venden o la audiencia a la que quieren adoctrinar.
Todas las personas tienen ideología. Quienes dicen carecer de ideología también la tienen, pues el apoliticismo es una ideología que, para colmo, es utilizable para vestir y desvestir santos ajenos.
Tener ideología es respetable e incluso conveniente, pero recurrir a las medias verdades, la mentira y la demagogia para defender posiciones es otra cosa.
Ser ideológicamente católico, ácrata, socialista, liberal, comunista, socialdemócrata, ultraliberal, socialcristiano, evangelista, etcétera y etcétera es respetable. De modo que cuando alguien es calificado de fascista lo único que hace el opinador es emitir su legítimo juicio de valor --con mayor o menor acierto-- sobre la ideología de un político... o un periodista.
Todas las personas tienen ideología. Quienes dicen carecer de ideología también la tienen, pues el apoliticismo es una ideología que, para colmo, es utilizable para vestir y desvestir santos ajenos.
Tener ideología es respetable e incluso conveniente, pero recurrir a las medias verdades, la mentira y la demagogia para defender posiciones es otra cosa.
Ser ideológicamente católico, ácrata, socialista, liberal, comunista, socialdemócrata, ultraliberal, socialcristiano, evangelista, etcétera y etcétera es respetable. De modo que cuando alguien es calificado de fascista lo único que hace el opinador es emitir su legítimo juicio de valor --con mayor o menor acierto-- sobre la ideología de un político... o un periodista.
Isabel San Sebastián y Pedro J. Ramírez, en una imagen capturada en EL CONFIDENCIAL |
Viene esto a colación de la singular requisitoria que ha recibido José Luis Prieto, administrador y autor de la bitácora JLPrieto.Net, que ha sido amenazado con las siete plagas y mil y una molestias judiciales por haber calificado de fascista a la periodista Isabel San Sebastián.
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¿Dónde está el supuesto delito?
Escuchando a San Sebastián, quien esto suscribe también ha construido la opinión de que es una periodista fascista o parafascista.
¿Acaso debo autocensurarme y carecer de opinión?
Mi derecho a opinar sobre una actividad pública --en este caso, periodística-- está protegido por la Constitución de 1978, al igual que el de Isabel San Sebastián. ¿O acaso ella tiene más derechos que José Luis Prieto o que yo?
¿Acaso debo autocensurarme y carecer de opinión?
Mi derecho a opinar sobre una actividad pública --en este caso, periodística-- está protegido por la Constitución de 1978, al igual que el de Isabel San Sebastián. ¿O acaso ella tiene más derechos que José Luis Prieto o que yo?
Esa es mi opinión de la periodista que actúa, escribe y habla públicamente en el ejercicio del oficio por el que cobra. Y ella, a su vez, está en su derecho a opinar en voz alta para decir, por ejemplo, que yo soy un periodista y bloguero socialista, comunista, anarquista o partidario de cualquier otro posicionamiento ideológico que a su criterio merezca.
Lógicamente, ni a José Luis Prieto ni a mi se nos ha ocurrido hacer juicios de valor ni opinar sobre la persona identificada como Isabel San Sebastián; pero estamos en nuestro derecho a opinar que la periodista es fascista o parafascista.
Lo más chocante de iniciativas jurídicas como la planteada contra el derecho a opinar de José Luis Prieto es la pretensión de la denunciante de que su interpretación de lo que los demás opinan de ella como profesional está por encima de los derechos constitucionales y de la libertad de expresión.
¡Hay que tener el ombligo muy grande!
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ANEXO de interés:
En la bitácora JLPrieto.Net, un lector ha dejado un comentario que es ejemplo de tolerancia y de rigor intelectual:
En la bitácora JLPrieto.Net, un lector ha dejado un comentario que es ejemplo de tolerancia y de rigor intelectual:
«Jose Luis,
«Me llamo Rafa, tiene mi dirección de e-mail, mis ideas son opuestas a las suyas, en general me cabreo con Vd. cuando las leo, y sigo leyéndolas para recordarme que hay gente que no piensa como yo. Con carácter general estoy más cerca de la Sra. X que de Vd., pero si necesita a alguien que no piensa como Vd. para decir en voz alta que esa demanda que relata es una chorrada máxima de la Sra. X, cuente conmigo.
«Sólo faltaría que ahora, entre los que pensamos diferente o totalmente diferente, haya que apelar a jueces y demandas de mierda para poder seguir discutiendo.
«Será un placer apoyarle en este asunto para poder seguir opinando yo que lo que Vd. dice no me gusta nada. Menos me gusta que se limite la libertad de palabra.
«Un cordial saludo de alguien que jamás opina como Vd.»
¡Muchísimas gracias! Pero... ¿quién ha dicho que la "señora [...]" es Isabel SS?
ResponderEliminarMientras sigamos con los mismos tipos de jueces que no miran lo que les pone delante, asi nos va. Para unos jueces vale unas pruebas para otros no.!Esa es la justicia¡
ResponderEliminarSaludos Miguel Lopez
A Prieto: Lo ha dicho ella.
ResponderEliminarJaja, ésa es buena...
ResponderEliminarSi bien la RAE relaciona a la demagogia con la práctica de la política, tal y cual vos has expresado Félix, podemos definirla más ampliante para abarcar bajo su significado toda forma de oratoria en la cual, mediante el uso de falacias simplistas y argumentos de validez aparente, se trata de atraer el beneplácito de la masa.
ResponderEliminarDesde este punto de vista, cualquiera puede ser un demagogo, esté o no vinculado con la acción política más, y esto creo que es un hecho trascendente, la vinculación entre la política el periodismo es a todas luces algo que no necesita demostración alguna.
La gente tiende a seguir a quien le halaga, a quien le dice lo que quiere oír, es más fácil conseguir la adhesión de la masa a través de la mentira que de la verdad y eso es algo que tiene infinitas demostraciones a lo largo de la historia.
Darle a una persona una solución aparentemente fácil a sus problemas o al menos la posibilidad de descargar la responsabilidad de los fracasos en alguien más es una forma de manipulación que se ha visto en incontables oportunidades, desde la Alemania nazi a la Italia fascista a la Francia xenófoba de nuestros días.
Pero me gusta tratar las cosas a partir de los hechos. Es un hecho reconocido que toda persona ha de ser libre para expresar su opinión esté esa opinión en concordancia o discordancia con nuestra opinión. No se puede enarbolar la bandera de libre expresión como defensa de las actividades propias con una mano mientras que con la otra mano se intenta cohartar la libertad de expresión de los demás, esto es una actitud hipócrita, propia de personas que desde el vamos no respetan la opinión ajena, propios de aquellos que dicen de quienes les contradicen que "piensan mal" y como "piensan mal" han de ser reeducados a través de distintos correctivos.
Indudablemente, todo juez que actúe en contra de la libertad de expresión, toda persona que obre en contra de ella, es no ya fascista, sino totalitaria, y digo totalitaria queriendo simbolizar que se cree en total conocimiento de la verdad de las cosas y por lo tanto es peligrosa para todo aquello que está simbolizado en la palabra convivencia.
Hitler era totalitario, Musolini era totalitario, Franco era totalitario, o estabas con ellos o estabas contra ellos y si estabas contra ellos "pensabas mal" por lo cual debían corregirte y si no te podían corregir, debían separarte de la sociedad ya sea encerrandote en un correccional o eliminándote.
Mucha gente es totalitaria, enemiga del disenso, poseedores de una supuesta VERDAD con mayúscula. Pero dado que no poseen en sus manos la posibilidad de aplicar la violencia de manera legítima, como no pueden por su solo deseo encerrarte o matarte su totalitarismo pasa desapercibido, no es fácilmente detectable. Pero están, conviven con nosotros y muchas veces nos hablan desde púlpitos, desde programas televisivos, desde tribunales y tribunas públicas.
Debería existir alguna forma de alcanzarles un ramo de humildad y de vergüenza para que, de alguna forma, sepan lo que es andar colgando sambenitos.
Un abrazo.