20 septiembre 2007

El Estado, impasible ante las ilegalidades de la Iglesia

El verbo apostatar suena a crimen. Es lógico, no en vano el diccionario de la Real Academia ofrece como primera acepción de ese vocablo una definición que dice, exactamente: «Negar la fe de Jesucristo recibida en el bautismo».
Primero: ¿Quién tiene la medida de la fe en los valores cristianos?, ¿la Iglesia Católica?... En segundo lugar, el diccionario de la Real Academia añade que ese verbo, «dicho de un religioso», equivale a «abandonar irregularmente la orden o instituto al que pertenece».
En tercer lugar, «dicho de un clérigo», apostatar es «prescindir habitualmente de su condición de tal, por incumplimiento de las obligaciones propias de su estado».
Y la cuarta acepción --¡por fin algo racional!-- dice: «Abandonar un partido para entrar en otro, o cambiar de opinión o doctrina».
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"Bautismo de Cristo", de Piero della
Francesca. Jesús de Nazaret fue bautizado
ya adulto, lo de bautizar a los menores
de edad fue una imposición de la curia
¿Apostatar?... ¡Eso es imposible!
Pues bien, en el Estado de Derecho del Reino de España la Iglesia Católica dificulta e incluso impide apostatar a las personas que, siendo menores de edad, fueran afiliadas (bautizadas) al partido del Vaticano. Más sencillo: la Iglesia Católica obvia las leyes (la de protección de datos personales) y pone trabas a veces insalvables al borrado de datos en sus registros. Y en paralelo, para mayor sarcasmo, el Estado (poderes ejecutivo, legislativo y judicial) lo consiente.
Más sencillo todavía: el Estado permite vulnerar su propio ordenamiento jurídico.
En principio, dando por cierto que la Iglesia Católica no es una organización dedicada a delinquir o a obtener beneficios económicos ajenos al bien común --aunque esto último es discutible--, el asunto puede ser considerado de orden menor para la seguridad jurídica de las personas.
¿De qué equidad legal presumen los ministros, los diputados, los senadores, los jueces, los magistrados y el jefe del Estado cuando se inhiben ante el hecho de que una organización privada se resista a la obligación de cumplir la ley?
No se trata de exagerar, sino de llamar a las cosas por su nombre: la Iglesia prescinde de la ley y el Estado cierra los ojos. Tal cual.
INFORMACIÓN, en 20minutos.
ENLACE a la bitácora APOSTATANDO QUE ES GERUNDIO.

4 comentarios:

  1. La iglesia nos tiene acostumbrados a una postura de imposición de su presencia e influencia... Algo que cuenta con el respaldo de quienes claman que quienes llegan a España lo hacen "imponiendo" sus creencias.

    En este caso la viga en el proio ojo es la que sujeta las cúpulas de la iglesia. Un saludo.

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  2. Desgraciadamente hay tantos ejemplos de que así es como motivos para gritar. Ahora mismo recuerdo este otro: Accidente

    Gracias Félix por seguir diciendo las cosas claras. Se agradece sensatez y crítica.

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  3. Sobre el tema en cuestión elaboré un post en mi blog allá por el mes de junio. Te dejo el link fraccionado, porque si no va a quedar cortado.

    http://desdelaquintaplanta.blogspot.com/2007/06/
    con-la-iglesia-hemos-topado-otra-vez.html

    Ya me contarás...

    Un abrazo.

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  4. Yo estoy esperando a que una amiga termine el proceso de apostatar. Para luego evitarme dar rodeos innecesarios. Por ejemplo, mi amiga lo notificó por burofax y luego le contestaron que no se admitía la notificación por dicha vía. Que tenía que enviar una carta certificada.

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