La carestía del petróleo ha dado, da y dará mucho de sí. Tanto y tanto que el último tirón, provocado por la especulación, ha sido utilizado una vez más para justificar latrocinios, políticas económicamente irracionales y, de paso, silenciar invasiones.
Salvo para quienes confunden Economía con dominio, simple contabilidad y beneficio a toda costa, las justificaciones oficiales con las que se comercializa el encarecimiento del crudo merecen el calificativo de propagandísticas.
Salvo para quienes confunden Economía con dominio, simple contabilidad y beneficio a toda costa, las justificaciones oficiales con las que se comercializa el encarecimiento del crudo merecen el calificativo de propagandísticas.
El descaro voluntario o involuntario de los analistas institucionales --parte de los que trabajan para la Administración y casi todos los que laboran por cuenta de empresas privadas-- es tal que excusan la subida de las cotizaciones del petróleo esgrimiendo circunstancias de lo más variopinto que en algunos casos tienen 5, 10, 15 y más años de antigüedad.
Hay analistas que en lugar de ayudar a comprender la realidad imparten doctrina económica.
Hay analistas que en lugar de ayudar a comprender la realidad imparten doctrina económica.
Todo vale con el fin de ocultar que doña especulación y doña codicia son las reinas del mambo... Y la generalidad de los ciudadanos tragan porque cerrar los ojos es más cómodo, o menos inquietante. Esto último también conviene tenerlo en cuenta.
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