No hay excusa que valga: La huelga de los empleados públicos ha sido un fracaso; un fracaso relativo, ciertamente, pero fracaso al cabo.
Más fácil: Si el objetivo era demostrar al Gobierno que entre los trabajadores dependientes de la Administración existe capacidad de respuesta y una oposición sólida a las medidas de ajuste, la huelga ha sido un fracaso.
Resulta un tanto chocante que se diga o escriba que el fracaso es de los sindicatos convocantes y sólo de ellos: ¿Dónde están los miles de empleados públicos que se quejaban del recorte del 5 % de sus salarios?
La jornada de ayer ha demostrado que, llamados a escenificar el rechazo del que tanto se habla en cafeterías, reuniones de amigos, sobremesas familiares, etcétera, la inmensa mayoría ha optado por callar y, por tanto, aceptan el tijeretazo.
La jornada de ayer ha demostrado que, llamados a escenificar el rechazo del que tanto se habla en cafeterías, reuniones de amigos, sobremesas familiares, etcétera, la inmensa mayoría ha optado por callar y, por tanto, aceptan el tijeretazo.
Lógicamente, el fracaso también es sindical. Pero ante todo, el fracaso es de los propios asalariados.
NOTA:
Hablar mucho y hacer nada es una actitud que tiene raíces profundas en España. Analizar los orígenes y las causas de esta característica, que está generalizada en entre las personas a la vez que es colectiva, da para varios libros en los que, indudablemente, figurarían --entre otras cosas-- las responsabilidades de los sindicatos y de la izquierda caviar.
Hablar mucho y hacer nada es una actitud que tiene raíces profundas en España. Analizar los orígenes y las causas de esta característica, que está generalizada en entre las personas a la vez que es colectiva, da para varios libros en los que, indudablemente, figurarían --entre otras cosas-- las responsabilidades de los sindicatos y de la izquierda caviar.
MÁS detalles sobre la huelga, si bien en todas las crónicas se hacen interpretaciones de los hechos: INFORMACIÓN.COM, NUEVA TRIBUNA, TERC3RA INFORMACIÓN, VIEIROS, VILAWEB; y otros medios.
Es que no hay unión y sí mucha desconfianza, sobre todo hacia los sindicatos, que han actuado mal y tarde, demasiado tiempo adormecidos en sus colchones. También la gente sabe que no tenemos apoyo de la sociedad y la cantidad de desempleados pesa. Para huelga la que se nos viene encima, esperemos a la reforma laboral y sobre todo, al crecimiento del paro, que va a ser desbordante.
ResponderEliminarAL ANÓNIMO,
ResponderEliminarLa desconfianza a los sindicatos no es sólo hija de la desconfianza a los dirigentes de esas organizaciones, que a veces se la han ganado a pulso, sin duda.
Hay una desconfinza generalizada al prójimo que ha sido fomentada desde hace décadas, en el caso de España desde hace siglos, desde la primera revolución industrial.
El individualismo en España es atroz, pero está consolidado, es poderoso, de ahí que en España --simplificando y para utilizar una figura representativa-- tengan tanto éxito las loterías, la confianza en la suerte personal, en el pelotazo, en la herencia, en el ande yo caliente, en el golpe de suerte...
Es muy complejo y, sin paliar los deméritos de los sindicatos, la actitud de los trabajadores --máxime los funcionarios-- es la propia de una sociedad desarmada, estúpida consiga misma, en la que incluso millones de asalaridos votan a un partido como el PP que ni siquiera es asimilable a los cristiano-demócratas alemanes o franceses.
Los destrozos que sementó la dictadura en la sociedad siguen vigentes.
¿Una huelga contra quien te paga cuando este es el Estado? Eso requiere una democracia consolidada --que no es el caso de España-- y que los trabajadores tengan sensibilidad de lo que son, virtud que en España también es cosa de minorías.
Creo que el individualismo en España es anterior a la Revolución Industrial. Como mínimo, debemos remontarnos a los tiempos de la Inquisición, donde la virtud de desconfiar de todos podía salvarte la vida. En los genes de la mayoría de nosotros no ha penetrado aún la democracia. Creo que necesitaremos un mínimo de 50 años -o tal vez más- para parecernos en eso a los franceses de hoy, por ejemplo. Para la verdadera equiparación, en tiempo real, seguramente necesitaremos siglos.
ResponderEliminarOtro Anónimo.
No puedo estar más de acuerdo con la contestación que acabas de dar a Anónimo, Félix. La suscribo punto por punto.
ResponderEliminarMe parece vergonzoso y patético cuando la mayoría de la gente en sus conversaciones utilizan la excusa de los síndicatos para no movilizarse. Qué si estos son unos trepas, que si no saben hacer llegar su mensaje. Una cosa está clara, se trata de que a la gente le gusta ser esclava, es cómodo y punto. Y es fácil desahogarse en las charlas de mercado y en las cafeterías, pero después meditar si te paras y haces huelga y mostrar tu disconformidad.... ¡ay amigo...! eso ya es otra cosa. La mayoría de los sindicatos están podridos porque la sociedad está podrida, enajenada y ausente y no desea implicarse. Es muy fácil delegar en unos cuantos para que tomen las decisiones y luego acusarlos de pactistas.
ResponderEliminarAsí que coincido con vosotros, es individualismo, es egoísmo pero también conformismo. Hay demasiada gente que le gusta ser esclava y que se siente cómoda así, con las migajas que les tiran desde arriba.
A GLORIA,
ResponderEliminarSeguro que si escarbamos encontraríamos más puntos de consenso. Un abrazo.
A HORMIGA,
Suscribo tu reflexión casi de pe a pa. Los sindicatos, como tantas cosas (partidos incluidos), constituyen en gran medida el reflejo de la sociedad.
Un abrazo.