Poco a poco, la luz aclara el golpe de Estado de Honduras

EE UU propone un pacto que recoge exigencias de los golpistas y

pese a ello, el comandante en jefe del Ejército lo ha rechazado  

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A cuentagotas y de forma fraccionada se van conociendo detalles del golpe de Estado perpetrado en Honduras, que es el primero --¿y el último?-- que se registra en Latinoamérica tras la llegada de Barack Obama a la Casa Blanca.
La primera señal de que hay entidades y ciudadanos estadounidenses implicados se produjo pocos días después del golpe, en Brasil, donde trascendió que el helicóptero militar que transportó a Manuel Zelaya al exilio, desde Tegucigalpa hasta San José de Costa Rica, realizó una escala de aproximadamente dos horas de duración en una base militar norteamericana ubicada en territorio hondureño.

Una vez conocido este detalle, fuentes oficiales se apresuraron a precisar que «sólo se trató de una parada técnica de abastecimiento». Perfecto... Gracias.
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Óscar Arias, el poli bueno

En principio, la Casa Blanca negó su apoyo a los golpistas, actitud que no es exactamente la misma que condenar el golpe.

Prueba de que Washington tenía un as en la manga es que altos cargos de la Administraición de EE UU e incluso varios congresistas del Partido Demócrata han manifestado su descontento por la decisión de la Organización del Estados Americanos (OEA) de condenar el golpe y expulsar cautelarmente a Honduras de la institución.

Acaso para compensar esa contundencia y no molestar en exceso al imperio, la OEA aceptó que la tarea de enderezar el desaguisado fuera encargada a un pro estadounidense oficial: el presidente costarricense Óscar Arias, aliado y forofo confeso de Washington. 

Esa nominación ayuda a comprender que el arreglo propuesto sea una componenda que hace buenos los objetivos golpistas; a saber:

1. Si Zelaya regresa, el presidente no podrá auspiciar cambios legislativos ni constitucionales hasta las próximas elecciones presidenciales, a celebrar en noviembre próximo;

2. Varios dirigentes golpistas accederán a cargos ministeriales;

3. Zelaya no se podrá presentar a la reelección, y

4. El nuevo gobierno de concordia (¿?) romperá toda relación política y económica con Venezuela.

Horas después de hacerse público ese proyecto pro golpista, altos mandos militares hondureños se han pronunciado a favor del apaño, pero el acuerdo auspiciado por EE UU ha fracasado debido a la frontal oposición del comandante en jefe del ejército, el general Romeo Vásquez, quien jamás permitirá el regreso del presidente; tesis a la que finalmente se ha sumado con entusiasmo Roberto Micheletti.

Mientras el Departamento de Estado presionaba a Zelaya y a la OEA para que se prestaran al lavado de cara y a refrendar al Gobierno golpista que preside Micheletti, el Ejecutivo de Obama --que necesita desmarcarse y, sobre todo, ofendido por la desobediencia del general Vásquez y deseoso de vengar tamaña afrenta-- ha suspendido la ayuda económica y militar (en torno a 21 millones de dólares) y negado el visado a varios representantes de los golpistas que decidieron viajar a Washington para justificar el golpe de Estado.
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[Durante la última semana del pasado mes de agosto una delegación golpista obtuvo visados para viajar a EE UU a fin de, entre otras cosas, informar de que Micheletti está dispuesto a ceder la presidencia a su homónimo de la Cámara legislativa, así como a convocar elecciones a cambio de que Washington y la OEA renuncien a que Zelaya regrese al país]
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La señora Clinton y Chiquita Brands

Al mismo tiempo que Obama hacía demostración pública de sus convicciones democráticas negando visados y suspendiendo ayudas a gobierno impuesto por los golpistas hondureño, la secretaria de Estado, Hillary Clinton, criticaba con inusitada dureza el intento de Zelaya de ingresar en territorio hondureño. Es más, uno de los hombres de máxima confianza de la señora Clinton, Lanny Davis, ha aplaudido el golpe porque, según la tesis que circula exitosamente por Washington, es «un esfuerzo valiente» para «preservar la Constitución y el imperio de la ley».

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[El pasado de Davis no es precisamente un dechado de virtudes democráticas. En 1999, por poner un ejemplo, como miembro del influyente bufete de abogados Patton Boggs, Davis participó en una intensa y bien pagada campaña para presentar internacionalmente --sobre todo ante Occidente-- a Nursultan Nezarbayev, el presidente-dictador kazajo, como el garante de la democratización del país centroasiático]

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«Cada una de las propuestas presentadas por Micheletti y sus colaboradores ha sido aprobada por los estadounidenses», ha admitido un alto funcionario que trabaja en las conversaciones auspiciadas por Óscar Arias, según ha informado The New York Times.

Entre los conseguidores que asesoran a Micheletti y actúan en su nombre para que EE UU mantenga al menos una posición dual y contemporizadora destaca el gabinete de abogados Covington & Burling, cuya sede está en Washington y entre cuyos clientes figura, ¡casualmente!, Chiquita Brands (antes United Fruit Company), multinacional con elevados intereses en Centroamérica. 

En este punto conviene subrayar que Zelaya tiene acreditados y lógicos enemigos en Chiquita. ¿Por qué? Muy sencillo, porque su gobierno aumentó en un 60 % el salario mínimo interprofesional de los trabajadores.
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La inocencia de Estados Unidos es una entelequia

Para colmo, el gobierno de facto ultima la convocatoria de las elecciones presidenciales para el próximo mes de noviembre, tal como acordó la junta electoral en mayo pasado (un mes antes del golpe). Casi todos los partidos tienen intención de presentar sus candidatos, incluidos los socialdemócratas de Innovación y Unidad, el izquierdista Unificación Democrática y los sindicalistas que lidera Carlos Reyes.

El río de los hechos corre turbio, todavía, pero empiezan a existir datos suficientes como para poner en duda que la Casa Blanca esté realmente interesada en que la legalidad sea restituida.

Es más, hay motivos y datos que permiten afirmar que EE UU ha participado en el golpe de Estado hondureño... Otra cosa es que a Obama le haya pillado la maniobra ya iniciada y trate de limpiar su vis de imperialista bueno.

Dos cosas han quedado prácticamente aseguradas: Zelaya no volverá a ser jefe de Estado y la incorporación de Honduras al grupo de países hispanoamericanos progresistas ha sido desactivada.

Más claro: los objetivos centrales del golpe se han conseguido.

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CON ANTERIORIDAD, en ImP:
"Honduras, falsos liberales y lobos con piel de cordero",
"Vaticano y ejército, unidos: Si Zelaya regresa, habrá sangre", y
"Otro ejemplo de periodismo canalla".