Lo que ha ocurrido y ocurre en el sistema financiero internacional no es nuevo. Hay diferencias respecto a episodios precedentes, cierto, pero el origen del virus económico actual ya existía y estaba perfectamente identificado. Albin Senghor describe el caldo de cultivo de forma sencilla y didáctica, demostrando que los especuladores del siglo XXI no han inventado nada.
Dicho de otro modo, la pasividad de los gobiernos y de los bancos bancos centrales sólo tiene dos explicaciones lógicas: ignorancia o complicidad.Esta es una de las las pequeñas historias que utiliza Senghor en su clarificadora exposición:
Dicho de otro modo, la pasividad de los gobiernos y de los bancos bancos centrales sólo tiene dos explicaciones lógicas: ignorancia o complicidad.Esta es una de las las pequeñas historias que utiliza Senghor en su clarificadora exposición:
«A mediados del siglo XVII, la muy civilizada y contenida Holanda luterana perdió las formas con la llegada a sus tierras de los bulbos de tulipán procedentes de los países del Mediterráneo. Por algún extraño motivo, estos floripondios ornamentales adquirieron un enorme valor, que se retroalimentó gracias a las enormes cantidades de crédito que los banqueros holandeses concedieron a los muchos que deseaban invertir en este segurísimo negocio. Este primer caso registrado de histeria financiera ilustra muy bien uno de los mecanismos centrales de la especulación: el objeto de especulación no tiene por qué servir para nada, basta con que se generalice la creencia de que mañana valdrá mucho más que hoy y que haya alguien dispuesto a conceder el crédito necesario para que se mantenga la escalada de precios. Este último rasgo es el famoso apalancamiento [padre putativo de las burbujas], que consiste en comprar a crédito, superando varias veces el capital disponible, en la creencia de que la revalorización automática de lo que se ha comprado permitirá devolver la deuda con sus intereses y aún arrojará beneficios».
Lea el texto completo de Senghor pulsando en "Auge y caída del delirio financiero", vía La dinamo.
Creo que alguna vez he comentado que un recurso económico es un bien escaso, entendiendo como bien escaso, bien económico a aquellos por los cuales se paga un precio para adquirirlos en el mercado, en contraposición con los llamados bienes libres, que son aquellos que satisfacen necesidades pero que no poseen valor económico por su accesibilidad y abundancia (agua, aire, luz solar).
ResponderEliminarLa economía actual se basa en la gestión de los recursos económicos, es decir, se basa en la correcta administración de la escasez de un bien en procura de beneficios, es decir que lo que se procura es manipular la "ley" de la oferta y la demanda para maximizar su precio.
Al mismo tiempo esta manipulación de la oferta y la demanda provoca variaciones de precio, la variación de precio hace posible la especulación, comprar a la baja y vender a la alta. Esta especulación se aplica a todos los bienes económicos conocidos, desde el maíz a las acciones que cotizan en Bolsa.
Pero si es posible manipular el precio de un producto a través de la manipulación de su oferta y/o su demanda, es posible variar, artificialmente su precio y, al mismo tiempo, es posible producir un evento económico que provoque la migración del dinero en un sentido pre-establecido, hacia la cima de la pirámide.
Controlando la oferta puede manipularse el precio del petróleo, se aumenta la oferta para abaratarlo y se compra a futuro, una vez realizado esto, la oferta se contrae y el petróleo comienza a aumentar su precio, cuando se estima que ha llegado a un máximo, se venden las opciones de futuro compradas y se recoge la ganancia.
Este es un buen método, el problema es que las consecuencias de este método la paga todo el mundo porque cuando se ha recogido la ganancia, lo normal es volver a aumentar la oferta, volver a disminuir el precio y recomprar, fantástico, si no tuviésemos que hablar de la "crisis del petróleo".
Los precios, entonces, pueden inflarse y desinflarse, para inflarlos la FED o el BCE bajan sus tipos de interés y los bancos, respondiendo a esto, disminuyen sus tipos (al conseguir dinero más barato) para competir en el mercado del crédito. La gente, al ver que los tipos de interés bancario disminuyen esta más dispuesta a tomar créditos pero cada crédito otrogado es un poco más de dinero en el mercado. Cuando la masa monetaria crece sin que crezca el PIB (o PBI o PNB) se tiene inflación, el dinero se deprecia y es necesario más dinero para comprar lo mismo.
Ante esto, lo normal es que la FED y el BCE suban su tipo de interés, lo que lleva a que los bancos suban los suyos en correlación y que los intereses aplicados a los créditos crezcan, lo que aumenta el valor de la cuota. La masa de dinero disponible se contrae y se puede llegar a producir una deflación.
Estos procesos benefician a las entidades bancarias pero afectan el bolsillo de la gente, uno ha de conseguir el dinero para pagar la cuota bancaria y no perder sus bienes en un mercado en contracción donde es más fácil perder su trabajo que encontrar uno nuevo, donde es más fácil que se apliquen políticas de recortes de salario que aumentos del mismo.
Es decir que según mi trastornado punto de vista, el sistema económico actual se basa en controlar la disponibilidad de los recursos escasos al tiempo que se gestiona no la crisis, sino la producción de crisis periódicas.
La expansión de la masa monetaria es tan impresionante que se necesita, indefectiblemente, la aparición de crisis periódicas que la controlen contrayéndola.
Esta forma de control de la masa monetaria provoca que los costos los pague, principalmente, la gente. No es difícil comprender que, de ser esto cierto, el sistema económico apunta a obtener el bienestar de las corporaciones sin preocuparse del bienestar de la gente.
Se supone que si las empresas están bien, la gente está bien, lo que como sabemos no es una verdad demostrable.
Y como me he extendido mucho, te dejo un abrazo.