Los ciudadanos españoles estamos en deuda con la lideresa del PP madrileño y presidenta de la Comunidad Autónoma de Madrid, Esperanza Aguirre. ¿Por qué? Porque ha proporcionado una prueba inequívoca --ha habido más, pero rara vez tan claras-- de lo que representa el PP, ese partido que tras años de intentarlo no ha roto con el tardofranquismo que anida en su seno. No nos engañemos, la esencia del PP y del aguirrismo es una:
¡Conservar el poder institucional del país!
¡Conservar el poder institucional del país!
Viñeta capturada en Los Calvitos |
La lucha intestina y políticamente sangrienta que se libra por la presidencia de CajaMadrid es, aparte de perjudicial para la propia entidad, una demostración de que Aguirre, Ruiz-Gallardón, Rajoy y demás combatientes carecen de escrúpulos y, por extensión, revela que la estabilidad de una de las más importantes entidades financieras públicas y de sus clientes apenas les preocupa.
Del episodio se pueden hacer análisis más detallados y se pueden buscar e identificar más y más consecuencias negativas, pero lo sustancial es esto: Los dirigentes del PP que protagonizan el caso CajaMadrid actúan como si les importara un rábano todo y todos, salvo sus amigos personales y controlar resortes de poder, máxime los económicos.
ENLACES a varios detalles del episodio:
"Los cercanos a Aguirre han puesto a Rato en un escaparate de cloacas y ambiciones", según Manuel Cobo;
"Esperanza, por Dios";
"Los dardos del número dos de Gallardón contra Aguirre";
"Cobo: Por mucho que digas que eres liberal, hay que demostrarlo", y
"Aguirre, obstinada, frena el acceso al crédito".
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