Durante el pasado año fueron asesinados 29 periodistas en Latinoamérica, según ha informado la Federación de Periodistas de América Latina y el Caribe.
México, con diez crímenes registrados, encabeza tan macabro honor, seguido de Honduras (6), Brasil (3), Perú (3), Colombia (1), El Salvador (1), Guatemala (1), Haití (1), Panamá (1) Paraguay (1) y la República Dominicana (1).
Dejando de lado ironías, México se ha convertido en uno de los territorios más peligrosos del mundo para ejercer el oficio de informar, sin que el Gobierno del derechista Felipe Calderón, presidente de la República Mexicana, haya logrado poner coto a la cotidiana inseguridad que sufre la ciudadanía, que en gran medida se debe al éxito económico, social y político de las bandas de narcotraficantes --la situación es equiparable a la Colombia de los años ochenta y noventa.
[¡Otra sorpresa!, la inseguridad cotidiana y la tasa de asesinatos que acusa México --¡y otros!-- supera con creces la de Venezuela, que según algunos medios es el país más inseguro de la galaxia...]
En fin, regresando al mundo de la información, los diez asesinatos de periodistas registrados en México reflejan con fidelidad la situación de un país donde el más evidente de los terrorismos --vocablo equívoco donde los haya-- no lo ejercen los zapatistas, ni tampoco los desheredados ni los trabajadores sobrexplotados que protagonizan cíclicas revueltas. Las raíces que mejor nutren la violencia están en el profundo arraigo de las bandas de narcotraficantes y en el Estado, por ineficiente y corrupto.
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