El independentismo gallego asume retos en positivo

Hoy es el Día de Galicia. La noticia política del día en el país del noroeste peninsular, aparte de los ya tradicionales saraos político-sociales, es la presentación pública de Causa Galiza [ ver Galicia Confidencial].

No se trata de una formación al uso, sino de una coordinadora de colectivos de distinta factura y con diferentes concepciones sobre cómo consolidar el galleguismo radical (¡ojo!: radical viene de raíz...) Es decir, nace lo que muy probablemente desembocará en un frente soberanista.

Al margen de las posiciones personales de cada cual y de las discrepancias que a unos u otros les puedan distanciar ideológicamente --que no humanamente-- de la alternativa independentista, la irrupción de Causa Galiza en el escenario social, político y económico es inequívocamente positiva porque supone que el nacionalismo más genuino (el independentismo) asume el compromiso de hacer política sin fundamentalismos formales (o tácticos) que son estériles y poniendo su alternativa (su estrategia) encima de la mesa, en competencia social y democrática con el resto de alternativas.

La iniciativa de Causa Galiza es fundamental, entre otras muchas cosas, porque contribuye al progresivo aislamiento de ese medio ciento de iluminados --¡no son más!-- que siguen convencidos de que los males de una sociedad occidental, los vicios del sistema o las aspiraciones de un grupo se corrigen o consiguen a tiros y con bombas.

Un país que aspira a normalizar la confrontación democrática de las alternativas existentes debe amparar, así lo indica la Constitución, la concurrencia de ¡todas! las opciones.