Las posibilidades legales de que Alemania, Francia y el Benelux constituyan una eurozona de primera división son cero

Durante la jornada de hoy uno de los asuntos económicos que más atención ha merecido en los medios es, en rigor, un simple y malintencionado rumor que, para colmo, es absurdo; salvo que la Unión Europea (UE) legalice ilegalidades...

Alguien, poco importa quién, ha lanzado la especie de que para evitar la extensión de la crisis financiera, así como para proteger la supervivencia del euro y, de paso, sus intereses económicos, Alemania, Francia y el Benelux (Bélgica, Países Bajos y Luxemburgo) estudian convertirse en una especie de zona euro de primera clase; constituyendo lo que en jerga comunitaria se denomina "cooperación reforzada".

[Procedimiento este que está contemplado en la legislación comunitaria y que faculta a dos o más países a compartir leyes o medidas de corte administrativo. Ejemplo de cooperación reforzada es el convenio de Schengen, por el que una serie de Estados miembros suprimieron sus fronteras para que sus ciudadanos puedan trasladarse de uno a otro país sin pasaporte, medida de la que se autoexcluyó Gran Bretaña, entre otros].

Sin embargo, una de las novedades introducidas en el Tratado de la Unión vigente [el suscrito en Lisboa, que entró en vigor el 1 de diciembre de 2009] precisa sin ambages ni duda posible que las leyes de rango constitucional y ámbito comunitario no pueden ser objeto de cooperaciones reforzadas. 

Más fácil, el acuerdo de la Unión Económica y Monetaria (UEM), que dio origen al euro, sólo puede ser enmendado, ampliado o modificado por vía legislativa de la Unión, de toda, no solo por parte de varios socios.

Es decir, para que Alemania, Francia y el Benelux constituyeran una zona euro especial (una cooperación reforzada) deberían obtener, como mínimo y previamente, el acuerdo o autorización del resto de Estados miembros adscritos a la moneda única. Más aún, pues incluso esa posibilidad es remota porque el Tratado de Lisboa --que incluye la UEM-- descarta esa posibilidad al especificar que el contenido de la carta magna de la Unión sólo puede ser modificado por su máximo órgano: el Consejo Europeo (cumbre de jefes de Estado y de gobierno).

 

Mapa insertado en 2014
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Meter miedo...

A la postre, la noticia de que varios países aspiran a crear una cooperación reforzada con el euro como eje es poco más que un rumor --muy probablemente lanzado desde Berlín--.

Se trata en todo caso de un ardid político-financiero... y burdo.

¿Con qué objetivo?

De entrada , meter miedo...

¿Para qué?

Básicamente, con dos finalidades:

1. Que ningún gobierno de la eurozona discuta o dificulte la salida a la crisis que están imponiendo los gabinetes de Angela Merkel y Nicolas Sarkozy, empeñados en la vía de los ajustes con la finalidad de disponer de la mayor cantidad posible de dinero público para apagar los incendios causados por y en el sistema financiero; 

2. Y porque a más dinero público disponible gracias a los ajustes, menor es la necesidad de endurecer la fiscalidad; es decir, menos posibilidades de exigir mayor esfuerzo fiscal a quienes más poseen.

Crear estados de opinión y enredar son dos de las armas más utilizadas en materia económica, sobre todo por parte de quienes hace tres años se llenaron la boca hablando de la necesidad de refundar el capitalismo y que ahora, arrepentidos del inusitado ataque de sinceridad que entonces padecieron, aspiran a disponer de la mayor cantidad posible de fondos públicos para salvar el sistema --léase, intereses privados.
Eso sí, cabe la posibilidad remotísima de reformar el Tratado de la Unión, sólo así sería posible crear una eurozona a varias velocidades. Sí son posibles y deseables los pactos a dos o más bandas para llevar a cabo acuerdos de cooperación reforzada que no afecten a la carta magna comunitaria; por ejemplo, el de Schengen de libre circulación de personas.