Bueno será que la ciudadanía conozca mejor al presidente de Gobierno in péctore. Copio y pego:
«…Ya nadie pone en tela de juicio que el hombre es esencialmente desigual. No solo desde el momento del nacimiento sino desde el propio de la fecundación (…) El hombre después, en cierta manera nace predestinado para lo que habrá de ser. La desigualdad natural del hombre viene descrita en el código genético (…) Por eso, todos los modelos, desde el comunismo radical hasta el socialismo atenuado, que predican la igualdad de riquezas (…) son radicalmente contrarios a la esencia misma del hombre...»
«…Ya nadie pone en tela de juicio que el hombre es esencialmente desigual. No solo desde el momento del nacimiento sino desde el propio de la fecundación (…) El hombre después, en cierta manera nace predestinado para lo que habrá de ser. La desigualdad natural del hombre viene descrita en el código genético (…) Por eso, todos los modelos, desde el comunismo radical hasta el socialismo atenuado, que predican la igualdad de riquezas (…) son radicalmente contrarios a la esencia misma del hombre...»
En resumen, el ¿líder? del PP comulga con el darwinismo social: clasismo puro y duro.
MÁS, en el blog de FERNANDO BERLÍN·RADIOCABLE.
NOTA:
El post de Fernando Berlín al que aquí se hace referencia versa sobre un texto suscrito por Mariano Rajoy en Faro de Vigo, en el que el ¿líder? del PP --aparte de subrayar que la desigualdad entre las personas es una característica ¿natural? de la condición humana-- enfatiza que la cuna marca diferencias ¡naturales!; lo que, por ejemplo, ayudaría a comprender el acceso de su cuñado a una alta responsabilidad presupuestaria en la Administración gallega pese a que no reunía condiciones objetivas para ello, ver "La valiosa sinceridad político-ideológica de Rajoy".
MÁS, en el blog de FERNANDO BERLÍN·RADIOCABLE.
NOTA:
El post de Fernando Berlín al que aquí se hace referencia versa sobre un texto suscrito por Mariano Rajoy en Faro de Vigo, en el que el ¿líder? del PP --aparte de subrayar que la desigualdad entre las personas es una característica ¿natural? de la condición humana-- enfatiza que la cuna marca diferencias ¡naturales!; lo que, por ejemplo, ayudaría a comprender el acceso de su cuñado a una alta responsabilidad presupuestaria en la Administración gallega pese a que no reunía condiciones objetivas para ello, ver "La valiosa sinceridad político-ideológica de Rajoy".
... y algunos dicen, ¡viva la diferencia!
ResponderEliminarMientras, se aprovecha de ella, y así, si no la hay, la crean porque les conviene.
Con su descomunal sandez, Rajoy no hace sino incurrir en el añejo y desprestigiado "darwinismo social", y lo hace con una formulación particularmente ramplona y estólida.
ResponderEliminarNadie duda de la desigualdad de los rasgos determinados genéticamente, más que nada, porque está a la vista. Ahora bien, el nivel personal de riqueza NO ES un rasgo determinado por gen alguno, sino que depende de situaciones y decisiones históricas, sociales y políticas. Es, por lo tanto, DISPARATADO esgrimir el código genético para explicar, o justificar, o simplemente apoyar, las desigualdades económicas. Simplemente, no viene al caso.
¿Acaso no son los ciudadanos IGUALES ANTE LA LEY -o así se pregona- a pesar de sus diferencias genéticas? ¿En este caso el código genético no cuenta, y en el de la riqueza sí? Queda patente el uso ruin de una (pseudo)ciencia para exculpar a los detentadores del poder económico.
Parece, por otro lado, que el Sr Rajoy no está entendiendo nada de lo que nos está pasando. Porque no estamos en una discusión académica sobre los distintos niveles de riqueza y sus causas. Estamos en algo mucho más básico: SUPERVIVENCIA. Tener ALGÚN trabajo, con independencia del nivel de riqueza (más que dudoso) que proporcione. No morir de inanición, o por falta de atención médica.
O sea que el "juicioso" y "sensato" Rajoy, en esta ocasión, parece haber olvidado su moderación, lanzando una afirmación sin base y que no sirve para nada... salvo para orientarnos sobre su inclinación política y sobre el camino por el que es razonable esperar que lleve al Estado.