20 octubre 2008

Beramendi invita a reflexionar sobre los nacionalismos

El libro De provincia a nación. Historia do galeguismo político ha obtenido el Premio Nacional de Literatura en la modalidad de ensayo, otorgado por el Ministerio de Cultura. Su autor, Justo Beramendi González, nacido madrileño, con ancestros vascos y residente en Galicia, en la entrevista que ha publicado El país dice algunas cosas que merecen reflexión.
Por cierto, si la reflexión personal precediera siempre al debate y a la polémica, nos evitaríamos escuchar u oír ciertas simplezas y visceralidades destructivas.
Entre otras cosas, Beramendi dice que «el sentimiento nacional catalán es el más fuerte de todos los nacionalismos periféricos. Tiene un futuro mucho más claro, mientras que el nacionalismo vasco está encerrado en su propio laberinto desde que nació (…) El nacionalismo vasco siempre ha sido más crispado y hostil», lo que produjo que «las fuerzas no nacionalistas vascas no asumieran alguno de sus postulados».
En opinión del catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad de Santiago de Compostela, esa división frontal en la sociedad vasca bloquea cualquier avance del nacionalismo vasco y «cuanto más permanezca ETA en el escenario, peor todavía (…) En un horizonte previsible, el nacionalismo vasco está condenado a controlar la mitad de la sociedad vasca pero a tener enfrente, y con gran hostilidad, a la otra mitad» de la sociedad.
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«Por qué les tenemos que obligar...»
«Si se respetan las reglas del juego democrático, cada uno tiene sus razones. ¿Por qué les tenemos que obligar a los que son nacionalistas pero demócratas vascos, gallegos o catalanes a no serlo?», pregunta Beramendi.
Respecto al nacionalismo gallego, Beramendi reconoce que está «más fuerte porque está participando del Gobierno, pero en realidad ha descendido en apoyos y creo que se encuentra en una tesitura difícil» y corre el riesgo de quedar «enquistado en su papel de acólito del socialismo en Galicia».
El nacionalismo gallego, subraya el catedrático, tuvo un gran crecimiento en los años 80 y 90 y supo arreglar sus «diferencias internas», beneficiándose además de que el PSdeG-PSOE vivió unos años «auténticamente desastrosos».
Las consideraciones de Beramendi, hay que insistir, merecen reflexión.
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7 comentarios:

  1. Tengo la impresión, quizá errónea, de que los nacionalismos, en general, se van quedando obsoletos porque su discurso no va más allá de sus narices. Y eso en un mundo como el actual no parece tener mucho futuro. Eso también se interpreta en la bien rescatada entrevista a Beramendi. Unha aperta.

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  2. En un "post" anterior ya comenté que el nacionalismo NO es una ideología. Y por descontado, el territorialismo --base fundamental del nacionalismo político-- es poco menos que una religicón.
    En todo caso, el nacionalismo "cultural" es otra cosa. El desprecio con el que el "sistema" trata las culturas periféricas es aberrante.
    El asunto exige muchos matices, ¡muchos!, lo que no vale es simplificar. Por eso el libro de Beramendi es positivo; insisto, a mi parecer.

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  3. He tenido la suerte de ser alumno de Justo G. Beramendi en sus primeros años como profesor en la U. de Santiago, precisamente me dio Historia contemporánea, y comparto muchas de sus opiniones respecto los nacionalismos. Creo que se merece el premio recibido y que su obra puede ayudar a mucha gente a entender una realidad (la de los diversos nacionalismos españoles) poco conocida por muy tergiversada desde los medios políticos y de comunicación.

    Es difícil explicar el nacionalismo vasco (hay que vivirlo de cerca para entenderlo) y del catalán hay más una visión caricaturesca que real.

    El gallego es excesivamente "fundamentalista" en sus formas y en sus modos, en mi opinión.

    Bueno, creo que queda claro que no creo en los nacionalismos como una opción razonable de futuro.

    Un abrazo ;-) y mi enhorabuena al profesor Beramendi.

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  4. Hola amigo Félix,

    No conocía esta entrada ni este libro que mencionas.

    Una cosa quiero preguntarte sobre el sentimiento Andaluz: En Andalucía, hay quién pretende que todos los que moran esa tierra se consideren andaluces por fuerza ? O es como en Cataluña que se impone la cordura. Dicho de otra manera, hay en Andalucía quién pretende que los andaluces sientan como propia una bandera "IMPUESTA" por alguien a quien han colocado el epíteto de padre de una patria que no existe ?

    Agradecería enormemente cualquier aclaración.

    Un abrazo.

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    1. Quien pretenda que las personas se sientan andaluzas (o de otro territorio) incurre en un absurdo, ese sentimiento sólo es real cuando aflora en la persona de forma natural o es fruto de una convicción más o menos elaborada (= nacionalismo).
      La imposición de ese u otro sentimiento con fines políticos sería equiparable al fascismo o al nazismo.
      Distinto es decir que los nacidos e incluso todos los residentes en Andalucía son andaluces (gentilicio), lo cual, como calificativo, es radicalmente correcto.
      Respecto de la bandera, todas son "impuestas", por lo general como resultado de un consenso (o aceptación) más o menor generalizado, como es el caso de la blanquiverde.
      Y con relación al vocablo patria, personalmente lo considero equívoco y a mi parecer refleja una actitud sentimental con rasgos pseudorreligiosos, no es un concepto estrictamente político.
      Me parece más adecuado hablar de nación, sobre lo que ya escribí este "post":
      http://im-pulso.blogspot.com.es/2009/11/natio-y-nacion-ignorancias-y-cegueras.html
      Cuando me preguntan si Andalucía es o no una nación acostumbro a responder que "para gustos (y sentimientos) hay colores".
      Personalmente y atendiendo a la definición o descripción clásica de "natio", opino que no es una nación. Es una región de la España de cultura castellana con sus propias característicos, sin duda, como Murcia o León, pero no es una "natio"; otra cosa es que en el futuro pudiera llegar a serlo, pues las naciones se construyen.
      Saludos.

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  5. Le agradezco enormemente tu aclaración y tu tiempo amigo Félix.

    Siempre he tenido esa curiosidad, y nadie mejor que tú conoce Andalucía y su gente. Te quería preguntar si es VERDAD, porque hace poco escuché en la radio a César Vidal hablando sobre el tema de los nacionalismos más allá de Cataluña. Y mencionó que una gran parte de los andaluces no sienten la bandera verde blanca porque la ven como IMPUESTA. Félix: EXISTÍAN dos andalucías ? se dividió el Sur en tiempos de la primera república ?, se unificó a la "fuerza" con los de la zona occidental, para llevar a cabo una uniformidad cultural en toda la región? Digo esto porque igual esto explica los focos de rechazo, si es que los hay.

    Gracias una vez más y un abrazo!!

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    1. Francamente, la I República fue un visto y no visto. Andalucía siguió siendo Andalucía antes y después de la I República (período durante el que sólo cambiaron "levemente" demarcaciones provinciales).
      Lo que no había, después de la I República tampoco, es una institución regional con poderes efectivos equiparables a los autonómicos.
      ¿Rechazo? El único rechazo --aunque esta palabra no es muy adecuada-- fue el que se produje ya con la actual Constitución y que protagonizó la provincia de Almería en el referendo para que decidir si a la autonomía andaluza se le aplicaba el art. 151, pues esa provincia fue la única en la que el "sí" no obtuvo la mayoría (por cierto, UCD y PSOE se confabularon para saltarse la ley, cuyo texto decía claramente que el "sí" debía obtener mayoría en las ocho circunscripciones (provincias); o sea, no era suficiente una mayoría de ámbito regional; esta sí se obtuvo, y optaron por obviar el "fracaso" almeriense y la ley, dieron por bueno el "sí" regional y a otra cosa mariposa...)
      Al margen de esa "lacra" (que es jurídica, no social ni política, pues la abstención en Almería fue muy alta), Andalucía tiene un sentido de colectividad muy elevado.
      Lo de menos es la blaquiverde, a mi la rojigualda tampoco me gusta, pero esto no me mueve a negar que España exista. En general, los andaluces con muy conscientes de su identidad, dicho esto con todo el respeto a las posiciones personales renuentes o contrarias a ese natural sentimiento.

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