Tres estudiantes neoyorquinas de 16 años --Megan R., Elan S. y Hannah L.-- han sido sancionadas por la dirección del centro escolar donde cursan enseñanza media por haber pronunciado la palabra vagina.
El pecado e infracción del reglamento del instituto tuvo lugar durante lectura de una pieza teatral en cuyo texto figura el vocablo, cosa por otro lado inevitable si se tiene en cuenta que la obra se titula Los monólogos de la vagina.
A pesar de tan llamativo como chocante epígrafe, el libro no es morboso, ni siquiera erótico. Para nada. El libro, del que es autora Eve Ensler, refleja sentimientos y vivencias de doscientas mujeres en otras tantas entrevistas personales.
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En el medio oeste hubiera sido peor
Así las cosas, la sanción es incomprensible y ha motivado cierta polémica... ¡porque ha ocurrido en Nueva York!, pues si el escenario hubiera sido una ciudad o villa del centro o del medio oeste probablemente alguien, incluso un profesor, ya habría quemado el libro sólo por figurar la palabra "vagina" en el título.
El director del centro escolar neoyorquino, Richard Leprine, ha alegado para justificar la sanción que las chicas han sido castigadas por desobedecer una orden previa, no por leer en voz alta la palabra vagina, insistiendo en que las muchachas habían sido advertidas de que no podían pronunciar la palabra "vagina"...
Pero, ¿si debían leer el texto, cómo evitar mencionar la maldita palabra? Vamos, el director no es capaz de explicar cómo ni ha justificado racionalmente la sanción.
El pecado e infracción del reglamento del instituto tuvo lugar durante lectura de una pieza teatral en cuyo texto figura el vocablo, cosa por otro lado inevitable si se tiene en cuenta que la obra se titula Los monólogos de la vagina.
A pesar de tan llamativo como chocante epígrafe, el libro no es morboso, ni siquiera erótico. Para nada. El libro, del que es autora Eve Ensler, refleja sentimientos y vivencias de doscientas mujeres en otras tantas entrevistas personales.
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Esta foto de una marca de ropa infantil incita a la práctica del turismo sexual (¿?), según el Defensor del Menor de la Comunidad de Madrid |
Así las cosas, la sanción es incomprensible y ha motivado cierta polémica... ¡porque ha ocurrido en Nueva York!, pues si el escenario hubiera sido una ciudad o villa del centro o del medio oeste probablemente alguien, incluso un profesor, ya habría quemado el libro sólo por figurar la palabra "vagina" en el título.
El director del centro escolar neoyorquino, Richard Leprine, ha alegado para justificar la sanción que las chicas han sido castigadas por desobedecer una orden previa, no por leer en voz alta la palabra vagina, insistiendo en que las muchachas habían sido advertidas de que no podían pronunciar la palabra "vagina"...
Pero, ¿si debían leer el texto, cómo evitar mencionar la maldita palabra? Vamos, el director no es capaz de explicar cómo ni ha justificado racionalmente la sanción.
En todo caso, que un centro de enseñanza prohíba a sus alumnas pronunciar esa u otras palabras revela la existencia de graves perversiones culturales, amén de una sexofobia enfermiza.
Salvando las distancias, está visto que hay personas especialmente dotadas para ver o intuir el delito, como parece ser el caso del Defensor del Menor de la Comunidad de Madrid, que ha demandado la retirada de un anuncio de ropa infantil de Armani [ver foto] porque, según el titular de esa institución, la imagen es una incitación a la práctica del turismo sexual para acceder a niñas menores de edad.
Salvando las distancias, está visto que hay personas especialmente dotadas para ver o intuir el delito, como parece ser el caso del Defensor del Menor de la Comunidad de Madrid, que ha demandado la retirada de un anuncio de ropa infantil de Armani [ver foto] porque, según el titular de esa institución, la imagen es una incitación a la práctica del turismo sexual para acceder a niñas menores de edad.
Volviendo al caso neoyorquino, ese tipo de episodios explican que el escaso electorado que vota en las presidenciales de EE UU (menos del 35 % del censo) haya elegido a George W. Bush, quien ha llegado a decir que «Dios me ha emplazado a defender los valores de la civilización cristiana».
Me temo que estamos llegando a una situación que roza el esperpento. Me parece que en este caso el pecado está en los ojos que miran, no en lo que refleja la fotografía.
ResponderEliminarAviados vamos, porque estas estupideces se contagian más rápido que el virus de la gripe. Puestos a prohibir les doy a esos que prohíben algunos ejemplos de palabras que pueden inducir a la indecencia y al pecado: boca (con ella se practican cunnilingus y felatios), dedo (con ellos se practican masturbaciones), nariz (con ella se huelen los efluvios sexuales), oreja (con ella se percibe auditivamente la lascivia)... En fin, saludos.
ResponderEliminarNo se si es más ridículo lo de los americanos o lo de los españoles.
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