En el Mundo globalizado, hoy, la riqueza se concentra en un número reducido de grupos económicos, quienes a través de la banca internacional, las grandes empresas y las corporaciones transnacionales, amasan sustanciosos beneficios que aumentan año tras año. Paralelamente, se están generando profundas desigualdades y extrema pobreza. Estos grupos han conseguido imponer su modelo económico injusto, basado en la globalización neoliberal». La cosa no se queda ahí...
«En su mayor parte, los diversos poderes políticos, lo quieran o no, están gobernando en beneficio y para que prevalezca dicho sistema, cuyo principio supremo no es una economía al servicio de las personas, sino el del máximo beneficio para los grupos minoritarios que representan el auténtico poder, el poder del dinero.
«Este poder es posible porque los que lo poseen están consiguiendo que el dinero sea la medida de todas las cosas, que todo se mercantilice, que todo tenga un precio. Por ello pretenden que todos los bienes y servicios públicos de las sociedades se privaticen y se vean así sujetos a las leyes del mercado. Los países descapitalizados o empobrecidos no tienen por tanto la posibilidad de acceder a bienes y servicios necesarios para su población, viéndose además en muchos casos sometidos a reglas injustas de intercambio comercial que benefician a los países desarrollados o, en el peor de los casos, expoliados de sus propias riquezas y sin recursos para poder asentar las bases de su desarrollo...»
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