El sentido del decoro o la vergüenza provoca que familiares y amigos no aporten
cuanto saben, lo que impide conocer el origen del parricidio o del homicidio sexista
..cuanto saben, lo que impide conocer el origen del parricidio o del homicidio sexista
La lista es larga: agresiones (y guerras) "preventivas", menores agredidos por sus padres o viceversa, acoso físico y/o psicológico entre familiares, adolescentes sin referentes y/o asilvestrados, maltrato habitual de animales, incluso con saña…
Sin olvidar a quienes pretenden combatir injusticias y cambiar la realidad socio-política poniendo bombas en un comercio o asesinando al contrincante.
La violencia que practican las personas es la única acción pasional (arrebato) y el también el único acto inteligente (premeditado) del ser humano que es común a todas las culturas y etnias, incurren en ella analfabetos y doctores, y miembros de todas las clases sociales.
¿Causas?, ¿desencadenantes?, ¿móviles?...
Son innumerables. Sin embargo, pese a los graves daños y perjuicios que causa la violencia (a veces, la muerte) y a pesar de las hondas secuelas que deja, la mayoría de los ciudadanos --incluidos responsables públicos-- eluden (eludimos) en numerosas ocasiones ir al fondo del asunto y por lo general causa malestar , incluso "miedo", conocer con precisión las causas por las que un muchacho de 13 años mata a un compañero de clase, o por qué una madre ha envenenado a su hijo.
En ocasiones, es imposible profundizar con rigor y conocer con exactitud el móvil o las causas por las que un varón sin antecedentes de comportamiento violento un día, sin que se haya producido un hecho relevante que lo explique, va y mata a su pareja. Luego se suceden las condenas, los lamentos, las elucubraciones, incluso abundan los infundios porque allá donde reina el desconocimiento el ser humano lo tapa con su imaginación.
Miedo a saber o a reconocer que era previsible
De modo que si hay oscuridad, la oscuridad persiste. Rara vez se pueden investigar a fondo las circunstancias de ese tipo de delitos, indagando en los antecedentes, los valores vitales y la personalidad del homicida... y mucho menos de la víctima.
Es como si no quisiéramos saber con detalle el porqué y el cómo ha estallado la violencia en quien menos se esperaba.
Mucha condena verbal y mucha campaña, pero rara vez la familia, los amigos y las personas más cercanas dicen todo lo que saben y ayudan sin renuencias a conocer con rigor el episodio; pesan prevenciones adquiridas a lo largo de siglos, como ese sentido del decoro o de la vergüenza que impide reconocer que el pariente o el amigo arrastraba el desasosiego de haber sido un niño maltratado por sus padres, o que era aficionado al sadismo, o que era humillado habitualmente por su cónyuge.
Por lo general, las personas del entorno --máxime los familiares-- interpretan que buscar las causas de una agresión en el hogar, sea entre los cónyuges o entre estos y un/a hijo/a, solo sirve para justificar el uso de la violencia; cuando en realidad de lo que se trata es de saber a ciencia cierta lo ocurrido para hacer cuanto sea posible a fin de que el episodio no se repita una y otra vez, y otra y otra...
La Organización Mundial de la Salud (OMS) considera que la violencia ya es un problema de salud pública. Datos de la OMS constatan que cada año mueren violentamente en torno a 2.100.000 humanos y alrededor de 5,5 millones quedan incapacitados físicamente o marcados psicológicamente.
Miedo a saber o a reconocer que era previsible
De modo que si hay oscuridad, la oscuridad persiste. Rara vez se pueden investigar a fondo las circunstancias de ese tipo de delitos, indagando en los antecedentes, los valores vitales y la personalidad del homicida... y mucho menos de la víctima.
Es como si no quisiéramos saber con detalle el porqué y el cómo ha estallado la violencia en quien menos se esperaba.
Mucha condena verbal y mucha campaña, pero rara vez la familia, los amigos y las personas más cercanas dicen todo lo que saben y ayudan sin renuencias a conocer con rigor el episodio; pesan prevenciones adquiridas a lo largo de siglos, como ese sentido del decoro o de la vergüenza que impide reconocer que el pariente o el amigo arrastraba el desasosiego de haber sido un niño maltratado por sus padres, o que era aficionado al sadismo, o que era humillado habitualmente por su cónyuge.
Por lo general, las personas del entorno --máxime los familiares-- interpretan que buscar las causas de una agresión en el hogar, sea entre los cónyuges o entre estos y un/a hijo/a, solo sirve para justificar el uso de la violencia; cuando en realidad de lo que se trata es de saber a ciencia cierta lo ocurrido para hacer cuanto sea posible a fin de que el episodio no se repita una y otra vez, y otra y otra...
La Organización Mundial de la Salud (OMS) considera que la violencia ya es un problema de salud pública. Datos de la OMS constatan que cada año mueren violentamente en torno a 2.100.000 humanos y alrededor de 5,5 millones quedan incapacitados físicamente o marcados psicológicamente.
¿Qué hacer? ¡Uf! Hay tanto por hacer que lo más urgente es decir en alto lo que no se debería seguir haciendo: Urge reconocer sin miedo ni vergüenza las causas originarias de las distintas formas de violencia.
MÁS sobre violencia, en:
"El rebelde sin causa no existe",
"Sólo un 10 % de colegios tienen planes preventivos contra el acoso escolar",
"Violencia psicológica en el trabajo y en la vida cotidiana" en la web El Refugio, y
"Antídotos contra la violencia juvenil" (PDF), por Guillermo Ballenato Prieto, psicólogo.
"El rebelde sin causa no existe",
"Sólo un 10 % de colegios tienen planes preventivos contra el acoso escolar",
"Violencia psicológica en el trabajo y en la vida cotidiana" en la web El Refugio, y
"Antídotos contra la violencia juvenil" (PDF), por Guillermo Ballenato Prieto, psicólogo.
La televisión y los videojuegos muchas veces no ayudan. Pero la clave está en la formación básica que se recibe en el entorno familiar. Si esta formación es buena da igual la mierda que tragues en la tv, también puedes distrufar matando polis o terroristas en un juego sin que ello te suponga ningún perjuicio.
ResponderEliminarLa cuestión es ¿educan las familias a sus hijos? Si tienes un hijo no puedes delegar en la escuela, chacha, tv, playstation para que te lo cuide y eduque.
Si para tener un perro le damos mil vueltas y analizamos si vamos a poder cuidarlo bien. ¿Por que no hacer lo mismo con los hijos?
Estoy de acuerdo en que la familia --fundamentalmente los padres-- es básica. La familia educa y el colegio instruye. Ocurre que demasiados padres creen --algunos por comodidad-- que la educación personal (valores, criterios, moral o ética...) descansa en el colegio.
ResponderEliminarA mi también me parece absurda la satanización que a veces se hace de los videojuegos y de Internet, pero todos sabemos que es más fácil prohibir o evitar que controlar y educar.
Saludos.
Yo hago otra reflexión.
ResponderEliminarEl problema con los niños es que no pueden defenderse.
Desde que son bebés les estamos imponiendo cosas y si "no se portan bien", pues les castigamos, les zarandeamos e incluso hay quien dice que una torta a tiempo es beneficiosa.
Claro, la violencia que ejercemos con nuestros hijos es por eso, porque son pequeños y no pueden huir, no pueden defenderse.
Todo empieza ahí. Hace falta más cariño desde pequeños y todo irá mejor.
(PD: Tengo una nena de 15 meses...)
El cariño es fundamental. Además, cuando hay cariño el niño plantea muchísimos menos problemas a la hora de educarlo.
ResponderEliminarBueno, Félix, he dado con esta entrada haciendo una pequeña barrida sobre mi blog (disfruto haciendo de vez en cuando esa labor detectivesca) y compruebo (¡tres meses ha!) que me honraste en su momento con la promoción de mi bitácora. Según esta fecha, yo andaba de vacaciones muy lejos de aquí, así que no tuve la oportunidad ni de verlo ni de agradecerlo.
ResponderEliminarSea así entonces.
Muchas gracias.