08 marzo 2009

Ninguna mujer desea abortar por abortar

Otra vez a vueltas con el aborto. Enfriados los ánimos de quienes han participado en el debate bloguero sobre el aborto que ha convocado BitaQUOras, puede ser útil reflexionar sobre tan espinoso asunto, que vuelve a ser actualidad a raíz de la iniciativa gubernamental de revisar la vigente ley del aborto.
Reforma legal cuyo objetivo --esto conviene subrayarlo-- es acabar con los equívocos.
Entre otros puntos de vista, en el debate destacan tres posiciones por radicales y que, más o menos bien vestidas y engalanadas, logran parecer lógicas e incluso racionales:
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* Los moralistas
Entre quienes satanizan la interrupción voluntaria del embarazo abundan los (h)unos que insisten en centrar la conversación en aspectos religiosos o morales. Están convencidos de ser los portadores de la Verdad, insisten en que su moral es la única moral válida y en que la naturaleza (mujeres incluidas) debe estar supeditada a sus criterios.
Para colmo, entre los (h)unos descuellan los que portan alzacuellos, varones desparejados de forma anti-natural --se niegan a ser padres, al menos en teoría-- y se agrupan en torno a una organización ideológica y económica de ámbito internacional que discrimina hasta el paroxismo a la mujer, que a la postre son las que paren.
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* Los hipócritas
Son aquellos a los que se les llena la boca hablando de respeto a la vida pero que, llegado el caso, si su hija, su hermana o su esposa porta un feto que acusa malformaciones, o porque ha sido violada, prefieren que aborte a que engendre una hipoteca vital, o al hijo de un desconocido o de un conocido que personifica la ignominia.
La mayoría de esos hipócritas acostumbran a estar convencidos de que sus vidas están al margen de todo accidente o incidente, por lo que se niegan a ponerse los zapatos de la prójima.
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* Los que mezclan libertad y nihilismo
Son los que defienden el aborto como un acto de libertad (¿?), hasta el extremo de esgrimir la evidencia de que la mujer es dueña de su cuerpo. Cosa que nadie duda... ¿Y qué? El aborto no es un acto de libertad, sino de necesidad (la libertad consiste en poder recurrir a esa opción).
Desde un punto de vista humano y sin aditivos ideológicos, un aborto no natural es comprensible, pero gritar ¡viva el aborto! revela una actitud pseudo-religiosa.
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Las leyes deben atender la realidad, no las creencias
Los debates sobre el aborto y su regulación casi siempre se convierten en un choque de ideologías o de creencias, prescindiendo de algo fundamental: las leyes deben atender la realidad y la realidad ha demostrado machaconamente que hay ocasiones en que el aborto es inevitable, o cuando menos es la salida humanamente más recomendable, la menos dolorosa.
La probada necesidad de regular el aborto no es un asunto religioso, ni requiere alambicados análisis filosóficos.
¡Ninguna mujer desea abortar por abortar!, pero a veces necesitan hacer uso de esa opción.
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11 comentarios:

  1. Anónimo8/3/09, 9:13

    También pienso que el aborto es una intervención traumática para la mujer y por eso mismo es necesaria una regulación.
    La prohibición es además como intenter poner puertas al campo: sólo hay que ir a otro país en el que sea legal el aborto. saludos.

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  2. Yo creo que es todo más fácil, sólo hay que hacerse la siguiente pregunta:
    ¿ Es el feto un ser humano, independiente de su madre, con derecho a nacer ?
    - Si no lo es, no entiendo el límite de las 16 semanas; ¿por qué no poder abortar a las 20 semanas, o cuando tenga 8 meses ?.
    - Si lo es, sería un asesinato, se mire como se mire.

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  3. A SANTI, Coincido contigo.
    A JOSITO, Tu sabes perfectamente, igual que yo, que contra más desarrollado está el feto más riesgos sanitarios hay.
    Y tu también sabes, igual que yo, que no es preciso -salvo que se actúe con manifiesta e inexcusable irresponsabilidad- esperar más de 14/16 semanas para saber si hay riesgos ciertos de malformación.
    Otra cosa es cuando la madre deber tomar la decisión ante un embarazo por violación o por incesto (entonces el asunto es otro).
    Tu deducción está basada en un silogismo que, a priori, parece correcto, pero que cojea porque generaliza y quiebra el principio de la lógica al enfrentar situaciones desiguales; parecidas, pero desiguales porque prescinden de factores sustanciales (por ejemplo, un feto de 12 semanas no es un feto de 26 semanas).
    Tocando un asunto al que sólo aludes tangencialmente, científicamente un feto NO es un ser vivo independiente, es un organismo adscrito al de la madre que se desarrolla para en el futuro ser un ser vivo.
    Durante ese proceso de formación del futuro ser -que todavía NO lo es- la madre monopoliza la responsabilidad de lo que engendra y es la protagonista central -la única en aplicación estricta del derecho natural- de la toma de decisiones.
    Un abrazo.

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  4. Estimado Félix, en este post concluyes: El derecho natural a abortar es una falacia pseudojurídica (...) Existe la necesidad objetiva de que las mujeres tengan la posibilidad legal de recurrir a tan excepcional como humana solución.

    No lo entiendo, si es una necesidad objetiva, ¿no es un derecho natural?

    Y conste que no creo en los derechos naturales como derechos de todo ser humano por el simple hecho de existir. Sólo creo en los derechos adquiridos por medio de la sociedad de la que forma parte. Quizás por eso no lo entiendo. Si nos desprendemos de ontologías jurídicas, como bien concluyes, el aborto es un derecho, no sé si natural o no.

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  5. He leído tu respuesta a Josito y sigo con su interrogación. SER O NO SER esa es, una vez más la cuestión. El que un feto de 12 semanas no sea un feto de 26 semanas lo entiendo. Aparte de la edad, dónde está la diferencia? Todo es muy subjetivo a la opinión del hombre y la ciencia, si la ciencia avanza y un día nos dice que un feto de 12 semanas puede sobrevivir, ¿qué pasa? cambio mi conciencia? paso a ser una ex asesina? O sigo pensando en mí primero y al carajo todo lo que no sea mí bien estar.

    En este tipo de debates uno da la razón a los que dicen lo que uno quiere oír, de un lado o del otro.

    Yo soy mujer, libre. No sé lo que la vida me depara,pero sé que siento un gran respeto a la vida, Hacia toda vida, y sé que hay alternativas. Si alguna vez me veo en alguna encrucijada, sé que elegiré la vida, siempre.

    P.D.
    Muchos hombres no son conscientes de lo que es una vida ya que sólo es un polvo, ni lo que
    representa el concebir para algunas mujeres (demasiadas)
    tacharme de ignorante si lo deseáis, he trabajado de manera voluntaria en ayudar sin preguntar. La educación es imprescindible, pero contra el yoismo no vale la educación.

    Soy consciente de que es hablar por hablar, y esto es sólo una opinión más.

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  6. A PABLO,
    Una necesidad objetiva no tiene porque ser natural, ni formar parte del conjunto de derechos que en su día pusieron encima de la mesa los iusnaturalistas, corriente del Derecho que a la hora de pensar en legislar tiene en cuenta "bienes jurídicos" que arrancan de la esencia natural del ser humano.
    La sociedad ha cambiado, no es la del siglo XIX ni la del siglo II a. C., de modo que los legisladores deben tener en cuenta situaciones reales, más que criterios morales.
    Yo no he dicho que abortar sea un derecho, pero sí es una un acto que obedece a situaciones reales (a veces a una necesidad), cosa que es preciso contemplar legalmente, en lugar de penalizarla; sin que esto implique ser pro abortista de forma genérica y libertina.
    Salvando las distancias, sería absurdo que justificáramos éticamente el robo, pero hemos de tener cuenta que hay "ladrones" que lo son porque roban comida, y comer es un derecho-necesidad de orden natural.
    Juzgar es muy complejo, y juzgar el aborto es de lo más complejo.
    Una sociedad desarrollada y de futuro no se debería permitir el lujo de legislar sin dejar puertas abiertas a situaciones personales que son de orden muy muy muy personal.

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  7. A LYS,
    Un feto, científicamente, NO es un ser vivo. Es un futuro ser vivo, sin duda, pero que está en desarrollo y forma parte intrínseca de otro ser (la madre) que sí está viva y tiene derechos, opciones, circunstancias, condicionantes... etcétera.
    La madre es la "propietaria" de ese ¡¡¡proyecto!!! de ser vivo.
    Si aplicáramos criterios religiosos de vida a todos los aspectos de la realidad... ¡!
    El debate sobre el aborto está sembrado de trampas.
    Los antiabortistas viscerales se arrogan la propiedad de un sentimiento general, ¡porque antiabortistas somos todos en mayor o menor grado!, y están utilizando ese debate y aplicando criterios que, paradójicamente, NO aplican a ningún otro aspecto de la vida en la Tierra.
    El ejemplo palmario, aterrizando en la actualidad más rastrera, es el antiabortista que arremmete contra la mujer violada que aborta al mismo tiempo que aprueba o justifica el bombardeo de un ciudad "insurgente" de Vietnam o de Irak. ¡Y ahí sí que hay vidas en todo el sentido de la palabra!
    Hay amores a la vida que son pura y simple retórica, que para colmo tienen objetivos electorales y cuya finalidad es una: establecer controles y marcar pautas de dominio en cuanto a valores éticos.
    Yo estoy en contra del aborto artificial por el aborto, pero sé -la vida lo demuestra- que hay ocasiones en que el aborto es la única salida racional a una situación personal aberrante.
    No seré yo -ni creo que deba hacerlo el Estado- quien condene a esas mujeres atrapadas en situaciones perversas o degrandantes, ni me parec justo plantear la penalización de actos personales que en un momento dado obedecen a episodios en los que la mujer está entre la espada de la teoría y la pared que impone la inevitable realidad de la vida.

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  8. Desde luego mi padre es una enciclopedia con patas...

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  9. Sobre este tema no conozco nada mejor que un viejo artículo del filósofo Jesús Mosterín, que me permito copiar íntegro (hay algún enlace a él, pero presenta errores de escaneo).

    Decía JESÚS MOSTERÍN:

    ""Los dramones y folletines del pasado están llenos de historias lacrimosas de mujeres cuyas vidas quedaban destrozadas por un embarazo inoportuno. Por desgracia, los casos de la vida real no eran menos trágicos que los ficticios. Situaciones de este tipo se han acabado en casi todos los Estados seculares, pero no en el nuestro. El imponer la moral católica en España fue una de las razones invocadas por Franco para provocar la guerra c1vil. Por eso me parece coherente que el Caudillo de la Cruzada prohibiese a los españoles cometer los pecados del divorcio y del aborto. Lo que parece incoherente es que los socialistas, en la cuestión del aborto, sigan intelectualmente anclados en la casuística escolástica de las distinciones sobre cuándo es o rito es pecado abortar, nieguen el derecho al aborto a la mayoría de las mujeres que lo necesitan y, a las pocas a las que se lo conceden, las castiguen con un calvario previo de inacabables trámites, permisos y burocracias. Todo proceso puede fallar. El cómputo de Ogino puede fallar, los anticonceptivos pueden fallar, uno puede equivocarse de fecha, tener un lapsus de memoria, etcétera. Muchas veces el embarazo imprevisto será una sorpresa agradable o al menos soportable. Pero habrá circunstancias en que representará partir por la mitad la vida de una mujer, o arruinar su carrera profesional, o lo que sea. Sólo a la mujer interesada le es dado juzgar esas circunstancias, y no a la caterva arrogante de políticos, prelados, jueces, médicos y burócratas deseosos de meter sus narices en los vientres ajenos. El aborto es un trauma. Ninguna mujer lo practicaría por gusto o a la ligera. Pero la procreación y la maternidad son algo demasiado importante como para dejarlo al albur de un error o un descuido. El aborto, como el divorcio o los bomberos, se inventó para cuando las cosas fallan. En cualquier caso, en 1986 las mujeres que quieren abortar, abortan. El problema es que tienen que elegir entre los gastos y complicaciones de ir al extranjero a abortar, o los peligros y angustias de un aborto clandestino nacional.

    La única razón para prohibir el aborto es el tabú que sobre él ha lanzado la Iglesia Católica romana. Ninguna otra razón moral, filosófica ni política avala tan irracional precepto. Donde la Iglesia católica (o el fundamentalismo islámico) no es prepotente y dominante, el aborto está permitido. A Fraga Iribarne le gusta poner como modelos la Inglaterra de Thatcher, los Estados Unidos de Reagan y el Japón de Nakasone. Pero en todos esos países está permitido el aborto. Cuando Fraga se enrolla el turbante de ayatollah y brama contra el derecho al aborto, en realidad a quienes está siguiendo como modelos es al Irán de Jomeini, a Albania, a Irlanda y alguna que otra república bananera.

    El sofisma básico con que suele disfrazarse el tabú religioso consiste en decir que abortar es matar a un hombre, cometer un homicilio, y, puesto que todas las personas civilizadas estamos contra el asesinato, tenemos que estar también contra el derecho al aborto, que sería un derecho al homicidio. El punto es capital y merece una elucidación conceptual precisa.

    Una bellota no es un roble. Los cerdos de Jabugo se alimentan de bellotas, no de robles. Y un cajón de bellotas no constituye un robledo. Un roble es un árbol, mientras que una bellota no es un árbol, sino sólo una semilla. Por eso la prohibición de talar los robles de un determinado bosque no implica la prohibición de arrancar algunas de sus bellotas.

    Sin embargo, es obvio que hay una íntima relación entre el roble y la bellota. El roble actual se originó a partir de una cierta bellota, del mismo modo que esa bellota se formó a partir de un cierto zigoto. Entre el zigoto, la bellota y el roble hay una continuidad genealógica celular: la bellota y el roble se han formado mediante sucesivas divisiones celulares a partir del mismo zigoto. Ese linaje celular es un organismo. Una bellota no es un roble, pero es una etapa inicial de un organismo que (en circunstancias favorables) podría alcanzar otra etapa distinta en la que sí sería un roble. Es lo que Aristóteles expresaba diciendo que la bellota no es un roble de verdad, un roble en acto, sino sólo un roble en potencia.

    Una oruga no es una mariposa. Se arrastra por el suelo, come hojas, carece de alas, vive en la época en que no hay mariposas, etcétera. Sin embargo, una oruga es una mariposa en potencia. Huevo, oruga, pupa y mariposa son estadios distintos del mismo organismo, etapas sucesivas y diferentes de un mismo linaje celular.

    Cuando el espermatozoide de un hombre penetra en el óvulo maduro de una mujer y los núcleos haploides de ambos gametos se funden para formar un nuevo núcleo diploide, se forma un zigoto, que (en circunstancias favorables) puede convertirse en el inicio de un linaje celular humano, de un organismo que en sus diversas etapas puede ser mórula, blástula, embrión, feto y, finalmente, hombre o mujer. Aunque estadios de un mismo organismo, un zigoto no es una blástula, y un embrión no es un hombre. El aborto no es un asesinato.

    Un embrión es un conglomerado celular del tamaño y peso de un ` renacuajo o una bellota, que vive en un medio líquido y es incapaz por sí mismo de ingerir alimentos, respirar o excretar (no digamos ya de sentir o pensar), por lo que sólo pervíve como parásito interno de su madre, a través de cuyo sistema sanguíneo come, respira y excreta. Desde luego, este parásito encierra la portentosa potencialidad de desarrollarse durante meses hasta convertirse en un hombre o una mujer. Es un milagro maravilloso, y la mujer en cuyo seno se produzca este milagro puede estar orgullosa y satisfecha. Pero en definitiva es a ella (y no al burócrata de turno) a quien corresponde decidir si es el momento oportuno para realizar milagros en su vientre.

    Otro sofisma consiste en decir que, si los padres de Beethoven hubieran abortado, no habría habido Quinta sinfonía, por lo que, si somos aficionados a la música, tenemos que estar contra el derecho al aborto. E incluso si no lo somos, pues si nuestros padres hubieran abortado al embrión de que nosotros surgimos, nosotros ahora no existiríamos. Pero si los padres de Beethoven y los nuestros hubieran sido castos, tampoco habría Quinta sinfonía y tampoco exigiríamos nosotros. Si esto es un argumento para prohibir el aborto, también lo es para prohibir la castidad. Pero tanta prohibición supongo que resultaría excesiva incluso para la Iglesia católica.

    Un último sofisma consiste en apelar al artículo 15 de la Constitución Española, que dice que "todos tienen derecho a la vida y a la integridad física y moral", e interpretarlo como refiriéndose no sólo a las personas, sino también a embriones y fetos. Pero esa interpretación habría que aplicarla entonces a los otros artículos de la constitución que empiezan de la misma manera, como el artículo 28, que dice que "todos tienen derecho a sindicarse libremente", o el artículo 31, que dice que "todos contribuirán al sostenimiento de los gastos públicos". ¿Habrá que establecer sindicatos de embriones, o enviar inspectores de Hacienda a los úteros? Una Constitución. es la norma fundamental de una comunidad política. Cuando la Constitución habla de "todos" se refiere, obviamente, a todos los miembros de la comunidad política, a todas las personas que la componen. Y el Código Civil define a la persona como nacida. Es una mera convención decir que la etapa de persona se inicia en el momento del nacimiento o 24 horas antes o después. Lo que no es una convención, sino un hecho de la naturaleza, es que un embrión en ningún caso es una persona.

    Las 100.000 españolas que salen al extranjero a abortar cada año, y las otras tantas que abortan peligrosa y clandestinamente aquí, no son criminales. Son mujeres en apuros, que necesitan ayuda. El derecho a abortar es para ellas más importante que el derecho a votar en las elecciones generales, y ha de serles reconocido por todos los que están a favor de la libertad y del respeto a la persona humana (aunque sea mujer), incluso por aquellos que personalmente jamás abortarían.

    Esperamos que Ledesma recuerde que es ministro de un Gobierno laico, y no cardenal de la curia romana, y que olvide sus, recientes amenazas de proseguir por la senda pantanosa y bizantina de las indicaciones. Esperemos que esta vez la honestidad intelectual se imponga sobre la marrullería y la confusión.

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  10. A DOLNIKAN,
    Gracias por tan excelente como amena aportación.
    Un abrazo.

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  11. Vengo de Migramundo y no sabes cuanto me alegro de que estés ya de vuelta. En realidad me he enterado por él de la manipulación de tu blog. Siento los trastrornos y disgustos que te hayan podido causar porque ese tipo de actos infames duelen, sobre todo porque uno no sabe contra quién tiene que defenderse.

    Y me encuentro con este post sobre el aborto. Lo que opiné en el blog de La Huella digital me causó cierta ansiedad porque sin querer digamos que me ví un tanto .... (no quiero poner ninguna palabra concreta porque temo no acertar) por opinar.

    Sólo decir que simplemente pensar en una decisión así (como mujer y madre) se me hace muy doloroso, para cuanto más llegar a hacerlo de verdad, y que coincido contigo en que muchas veces de todos los males es el menor.

    biquiños y no te rindas.

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