El último de los estudios sobre hábitos sexuales de la población --entre otros aspectos-- encargado por el Gobierno japonés indica que más de un tercio de los varones de 16 a 19 años y casi dos tercios de las mujeres de esas mismas edades no tienen interés alguno por las relaciones sexuales, o sencillamente las rechazan y evitan.
Es más, entre estos/as asexuados/as hay un segmento que reconoce sentir aversión a tener contactos físicos íntimos.
Estas sólo son dos de las sorprendentes conclusiones a las que conduce el último estudio realizado al respecto por las autoridades niponas, informe que se elabora cada cinco años, aproximadamente.
Es más, entre estos/as asexuados/as hay un segmento que reconoce sentir aversión a tener contactos físicos íntimos.
Poblada soledad, de Alberto Pancorbo. Imagen capturada en la bitácora UNO DE LOS NUESTROS |
Según los resultados del mismo estudio, el 61 por ciento de los varones solteros con edades comprendidas entre los 18 y los 34 años --ambas edades incluidas-- no tienen relaciones sexuales habituales con mujeres, tasa que supone un aumento de 9,2 puntos respecto a la de la encuesta realizada en el 2005.
En la misma horquilla de edades, una de cada dos mujeres solteras también ha declarado no mantener relaciones sexuales con varones, o tenerlas sólo muy esporádicamente.
Abundando en datos, también resulta llamativo que el 45 por ciento del total de los/as solteros/as encuestados/as con edades comprendidas entre los 18 a los 34 años, ambas incluidas, declararon no estar interesados/as en entablar relaciones íntimas con personas del otro sexo. Y del total de ambos sexos y en esa misma horquilla de edades, casi la cuarta parte de ellos/ellas han declarado que jamás han tenido relaciones heterosexuales.
[La información difundida no hace alusión a las relaciones homosexuales, por lo que cabe colegir que los responsables del estudio han obviado esa opción]
¿Y en Europa y Norteamérica?
Es casi imposible extraer conclusiones y mucho más difícil todavía hacer extrapolaciones, pues Japón pertenece a Occidente en cuanto a valores y sistema económicos --aunque con singularidades de orden laboral--, pero en otros aspectos es una sociedad radicalmente distinta.
No obstante, de un tiempo acá en Europa y Norteamérica también es perceptible el aumento del número de ciudadanos y ciudadanas que infravaloran las relaciones sexuales; no obstante, la asexualidad occidental se manifiesta de forma menos personal y más política --también con mayor hipocresía.
Según numerosos especialistas (sociólogos y sexólogos) ese fenómeno estaría relacionado, entre otros factores y en mayor o menor grado, bien por asunción o por reacción, con el aumento de los partidarios de que los poderes públicos se inmiscuyan en la vida privada de las personas. De hecho, hay partidos políticos y otras organizaciones civiles que demandan e incluso han conseguido la promulgación de leyes y normas oficiales que regulan las relaciones y, por ende, hay quienes exigen que esas regulaciones entren en detalles que hasta hace apenas cuatro días el Estado jamás trataba --la Iglesia Católica sí, pero esta es otra historia.
En todo caso, a fecha de hoy no hay elementos suficientes para extraer conclusiones concretas de orden general, aunque sí hay indicios de que la asexualidad gana espacios y lo hace casi al mismo ritmo que el sexismo más radical.
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