En 2007, Dani Rodrik ya saltó a la primera plana de los medios de información económica de Occidente, e incluso de China, al tiempo que concitaba la atención en círculos académicos, institucionales y también en grandes corporaciones con su libro One economics, many recipes: globalization, institutions and economic growth (una sola economía, muchas recetas: la globalización, las instituciones y el crecimiento económico).
Ese libro que fue editado hace ya más de cinco años, en España solo tuvo eco en círculos académicos y entre algunos —pocos— políticos, empresarios y demás agentes del mundo económico.
Ese libro que fue editado hace ya más de cinco años, en España solo tuvo eco en círculos académicos y entre algunos —pocos— políticos, empresarios y demás agentes del mundo económico.
Rodrik (Estambul, Turquía, 1957), descendiente de una de las miles de familias sefardíes españolas obligadas a abandonar la Península en el siglo XV, se graduó en el anglófilo Robert College de la antigua Constantinopla, emigró a Estados Unidos y obtuvo la licenciatura en la Universidad de Harvard (Massachusetts), y el doctorado en Economía y el máster en Administración Pública en la de Princeton (Nueva Jersey).
Además, Rodrik posee una acreditación de rango mayor: es profesor de Política Económica Internacional en la Escuela de Gobierno John F. Kennedy (asociada a la Universidad de Harvard); entidad fundada en 1936 con el nombre de Escuela de Posgrado en Administración Pública —rebautizada tras el asesinato del mitificado presidente de EE UU— y cuya misión es formar a los especialistas en asuntos político-económicos que diseñan soluciones para que el gobierno norteamericano aplique planes que contribuyan a reforzar la enseñanza y la investigación en distintas áreas, desde la economía hasta las ciencias, pasando por asuntos más concretos como los presupuestarios o las políticas industriales y de infraestructuras.
Reproducción facsímile del texto, publicado en Mercados, suplemento de La voz de Galicia |
Esa escuela —su bis en Europa sería la parisina École National d’Administration— fue la primera entidad de ese tipo creada en el mundo, se ha consolidado y es un referente internacional.
La vanguardista institución ha instruido en torno a medio millar de altos cargos y secretarios (ministros) de los sucesivos gobiernos habidos en EE UU desde los años cuarenta.
A mayores, Rodrik es miembro de la Oficina Nacional de Investigación Económica de Estados Unidos y de otras entidades similares de carácter académico, es editor de la Revista de economía y estadística, así como editor asociado de Diario de literatura económica.
Sin embargo, aunque forma parte del medio centenar de economistas más escuchados y leídos por parte de las instituciones estadounidenses e internacionales, Rodrik —al contrario que la mayoría de miembros de esa élite— se ha pronunciado a favor de superar la dicotomía ultraliberalismo versus intervencionismo, pues la considera engañosa y aboga por una tercera vía.
En sus escritos y conferencias propone, por ejemplo, que los gobiernos de los países emergentes y del Tercer Mundo adopten medidas para que las industrias locales puedan evitar o al menos paliar la agresiva llegada de los inversores y grandes corporaciones que lideran la globalización oficial, al entender que, además de pobreza, sus formas están provocando una exacerbada concentración de poder y las decisiones de un número cada vez más reducido de lobis condicionan la marcha de la economía mundial.
En sus escritos y conferencias propone, por ejemplo, que los gobiernos de los países emergentes y del Tercer Mundo adopten medidas para que las industrias locales puedan evitar o al menos paliar la agresiva llegada de los inversores y grandes corporaciones que lideran la globalización oficial, al entender que, además de pobreza, sus formas están provocando una exacerbada concentración de poder y las decisiones de un número cada vez más reducido de lobis condicionan la marcha de la economía mundial.
Rodrik, junto al nobel Joseph Stiglitz, entre otros, es uno de los más genuinos representantes del grupo de economistas con prestigio internacional que desde una óptica nítidamente capitalista se oponen a las recetas del ultraliberalismo desregulador que desde los primeros años noventa condiciona la gobernabilidad económica —a veces, incluso la impide.
Una frase de Rodrik sintetiza su posición al respecto: «La economía mundial debe hacer frente al desafío de asegurar que la integración económica en el ámbito internacional no conduzca a la desintegración social en ámbitos nacionales».
En La paradoja de la globalización [editorial Antoni Bosch, 2012], Rodrik ha cocinado un relato de la creciente mundialización de la economía, espolvoreado con observaciones que derrumban el axioma de que la globalización siempre es inevitable y positiva.
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