26 marzo 2008

Los periódicos pierden valor como transmisores de hechos, conocimientos, ideas y sentimientos

«Las redacciones de los periódicos de Estados Unidos sufren despidos masivos», informan las agencias y los propios diarios estadounidenses [Pulse aquí y lea el texto que al respecto ha difundido Cotizalia].
La prensa está en crisis, coinciden prácticamente todos los expertos.
Los analistas destacan por encima de todo la caída de las ventas, pero no sólo eso es indicativo de la crisis, son varios los factores y taras que empujan a cada vez más analistas a concluir que la prensa carece de futuro, empezando por los cambios de hábitos de la población a la hora de recabar o recibir información, sobre todo entre los más jóvenes. Y tanto o más influyente es que aumente el número personas que buscan información que no haya sido masticadaprecocinada o manipulada, exigencia que se ha generalizado a raíz, precisamente, de que numerosos diarios se han convertido en voceros o propagandistas de opciones políticas y/o económico-financieras.
Sin ánimo de minimizar esos y otros factores, hay detalles "domésticos" que también constatan la difícil situación que atraviesa la prensa.
Veamos algunos:
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Aspectos económicos y empresariales:

*1 Cada vez son más las agencias y los anunciantes conscientes de que la publicidad en prensa ha perdido eficacia en la mayoría de supuestos, pero las empresas editoras no reaccionan y los reportajes de encargo (branded content) que practican acostumbran a ser burdos y contraproducentes;

*2 La creciente penetración social de internet resta clientela efectiva y potencial a los periódicos, cierto, pero no tanto por ser un vehículo más rápido como por la inadecuación de los periódicos al nuevo escenario;

*3 Los costes de los columnistas (más los compromisos socio-políticos y/o económicos que llevan aparejados casi todos) se han incrementado irracionalmente, pues resultan exagerados en comparación con su cada vez más escaso poder para captar clientes o fidelizar a los existentes;

*4 Las prerrogativas y los costes no salariales de los altos directivos (o cargos de confianza) son desproporcionados en el ámbito informativo y sobre todo, en el de la gestión;

*5 Los gastos suntuarios, sociales y/o de imagen se han disparado a pesar de que carecen de efectos reales en las ventas y apenas reportan ingresos por publicidad (en rigor, sólo sirven para satisfacer el ego de editores que tienen el ombligo muy grande);

*6 La mayoría de los agentes económicos --máxime las instituciones, la banca y los grandes grupos empresariales-- han descubierto que la prensa está perdiendo relevancia como prescriptora, tanto en tendencias socio-políticas como culturales y de consumo; y

*7 Los empresarios dedicados sólo a la comunicación ya son minoría y, por si fuera poco, bancos y empresas de otros sectores controlan más y más periódicos, imponiendo criterios no informativos e incluso anti-informativos.
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Desajustes en el oficio de informar:

*8 El poder de decisión en las redacciones se ha concentrado, lo que reduce el campo de visión, estrecha el abanico de los asuntos tratados y, por tanto, recorta el número de personas interesadas en leer lo publicado;

*9 La expresividad, la capacidad de narrar y los valores literarios están infravalorados, incluso hay quienes los consideran una reliquia;

*10 Cada vez hay más responsables de redacción se arrogan el don de saber todo, inluso saben lo que interesa a todos los lectores; lo cual, unido a que el número de personas que toman las decisiones es cada más reducido, contribuye a informar de una realidad parcial y reduce el número de potenciales lectores;

*11 La creación de redacciones digitales indica, en principio, que la prensa ha asumido el reto que supone internet; sin embargo, la solución no pasa por habilitar una edición electrónica que es el bis de la impresa, sino que se trata de asumir que el futuro del papel es contextualizar y analizar; al paso de unos años (2025/2030) sólo una ínfima minoría de la población comprará lo que horas antes ya ha leído o escuchado vía internet, radio y/o  TV;

*12 En su afán por competir con la interactividad que ofrece la Red, hay periódicos que han caído en la trampa de ceder el altavoz a cualquier ciudadano, aunque dé visiones sesgadas de la realidad y vierta opiniones que acostumbran a carecer de valor e interés;

*13 Los llamados reportajes humanos, basados en hechos relevantes o llamativos de orden social, son cada vez más parecidos a los reality televisivos, pero con la sustancial desventaja de que la prensa carece del atractivo de la imagen y del directo, que constituyen el fundamento de ese género; hacer periodismo humano o humanizar (personalizar) los hechos es otra cosa  que tampoco se hace, ni siquiera en Cartas al Director, sección manifiestamente desaprovechada.

*14 La mayoría de las informaciones políticas están centradas en los entrecomillados (declaracionitis), en los que priman la retórica y los mensajes repetidos hasta la saciedad, lo que genera hartazgo y acaba provocando que al lector deje de interesarle esa oferta;

*15 Demasiados periodistas con poder en su medio lo utilizan para su promoción personal o la de sus familiares y amigos, relegando a segundo plano los intereses de los lectores y de la propia empresa editora;

*16 En prensa, el dato por el dato sin contextualizar está sobrevalorado, demasiadas veces los datos se utilizan para aparentar rigor, es una manera de ganar credibilidad, pero el lector avezado, que es el fiel (no el ocasional), acaba percibiendo el ardid; y

*17 La curiosidad y el afán por aprender (de todo) están perdiendo tirón entre los periodistas, al tiempo que aumenta el número funcionarios del periodismo; lo que alimenta un fenómeno casi imperceptible pero de profundas consecuencias: es improbable que una mente acomodaticia y mecánica sea capaz de presentar lo sucedido con rigor y atractivos suficientes para satisfacer a los lectores, y mucho menos fidelizarlos.
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Viñeta, El Roto
Una contradicción reveladora

Los hechos y las cifras certifican que la prensa pierde atractivo comercial, pero las causas son varias y complejas, imputar la crisis solo a internet es una simpleza, se engañan o pretenden engañar. 
El fenómeno no es español, sino internacional, cierto, pero en España es más evidente porque es mayor número de malintencionados y la mayoría de ellos con pedigrí preconstitucional...
Abundado en el asunto, también conviene atender a una circunstancia esclarecedora: la prensa pierde lectores en las sociedades industrializadas, justo donde la generalidad de la población tiene más instrucción, donde (en teoría) es más elevada la demanda de información y conocimientos, y donde hay mayor capacidad de compra.
Dicho de otro modo: en el Primer Mundo leer periódicos está dejando de ser un rasgo específico de quienes poseen más cultura, son socialmente más activos y/o tienen mejor posición socio-económica.
Semejante desastre merece reflexión y, de entrada, urge que los "listos" dejen de artillar simplezas para justificar a los directivos empresariales necios y a los responsables de redacción incompetentes.
Las enfermedades de la prensa amenazan gangrena, pero en el sector apenas son cuatro gatos los que admiten que:
a) La crisis de la prensa como vehículo o soporte NO es de origen económico, y
b) El número de personas interesadas en recibir información NO ha disminuido, al contrario.

Finalmente, dos preguntas cuyos enunciados son tan simples como temibles sus respuestas:

¿Qué valores informativos, culturales e incluso qué utilidad como entretenimiento tienen actualmente los contenidos de un periódico para ser atractivo a los ciudadanos de Europa occidental?... Hay diarios que son totalmente prescindibles, que sólo se siguen comprando en ciertos ámbitos y/o debido a condiciones sociológicas que, poco a poco, están desapareciendo; y

¿Es imprescindible comprar el periódico para estar adecuadamente informado?... Es evidente que el papel ya no es imprescindible, luego los diarios impresos debe ofrecer otras cosas. Más claro: al paso de unos años sobrevivirán los periódicos que ofrezcan un producto que vaya más allá de la noticia por la noticia.
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7 comentarios:

  1. No quisiera parecer irreverente (je,je) pero tengo entendido que el periódico más vendido en España es el Marca, ¿no?

    Pues creo que éste es un dato más que hay que incluir en la reflexión, pues implica un perfil de usuario, un tipo de periódico, etc.

    No sé. A lo mejor se trata de especializarse.

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  2. Coincido con tu análisis, Félix, de hecho dejé de comprar periódicos cuando comencé a tener la impresión de que pagaba para que me engañasen ya que al comenzar a pertenecer a grandes grupos económicos seguramente su línea editorial comienza a responder a las necesidades e intereses de estos, además de comenzar a manejarse como empresas y no como medios de comunicación.

    Un abrazo.

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  3. A Irreverens: En efecto, Marca es el más vendido. Huelgan análisis y valoraciones.
    A Sergio: ¡Hombre!, tampoco es para dejar de comprar prensa... ¡las periodistas y los "periodistos" tenemos que comer!
    De todo hay, Sergio, hay diarios buenos, malos y regulares.
    Un abrazo a los dos.

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  4. muy buen análisis felix. con matices creo que el enfoque es sustancioso para entender lo que pasa u poco con los periodicos. creo que es incontrastables que, detemrinados periodicos, han perdido su relevancia inforamativa y se van quedando sin un argumento de por que comprarlos. muchas veces en las propias redacciones si uno pregunta si compraria el periodico hoy, casi siempre el silencio es aterrador, por que entonces lo tendria que comprar el lector de a pie. internet es una conecuencia pero el poruqe de la cirsis de los medios impresos.un abrazo

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  5. Una análisis en profundidad, no he leído nada tan completo, creo, hasta el momento. Pero es verdad que el valor de los periódicos se ha desprestigiado, quizás desde la entrada en el mercado de grandes grupos económicos que pretendieron el enriquecimiento a través del poder del dinero, primero, luego de la información.

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  6. La prensa se ha fagocitado tanto en su propio lenguaje que hoy podríamos decir que 'la prensa tiene mala prensa'. El periodismo ha perdido la poca objetividad que quiso tener antaño, para convertirse generalmente en la voz del amo de la empresa editorial que lo sustenta. Y el ciudadano, que lo sabe, desconfía. Siempre lo ha hecho, pero quizá ahora más.

    Yo no creo tampoco -como bien matiza usted- que la bajada de ventas sea debida, desde luego, a Internet. Y mucho menos por el número de ciudadanos que acceden a la información sólo a través de internet. Eso sería caer otra vez en el ombliguismo que siempre ha rodeado al mundo del periodismo en general.

    Más bien, yo diría que esa caida se debe a que los telenoticieros han mejorado notablemente su calidad. Sabe usted bien, amigo Soria, que los informativos de hoy nada tienen que ver apenas con los de hace unos pocos años. Y algunos de ellos me parecen francamente buenos: Lorenzo Milá en TV1, por ejemplo, está haciendo los mejores informativos de la historia de la TV española. Tiene rigor, calidad y aporta credibilidad.

    Por otro lado, seguramente usted recordará aquel viejo dicho que se decía en las facultades de periodismo hace años: "Con respecto a la noticia, la radio va al galope, la televisión al trote, y el periódico al paso".

    Y tal vez aquí esté también parte del problema. Mientras que la radio sigue, efectivamente volando, la TV ya casi -o incluso sin el casi- le ha alcanzado. Con el suplemento añadido, claro está, de que además aporta imágenes. Y bien sabemos usted y yo que el público de hoy quiere informarse principalmente a través de las imágenes. Comodón que es.

    A ello hay que sumar -ahora sí- el fenómeno internet. Pero éste es aún enormemente minoritario. Insuficiente, en cualquier modo, como para que sea él nuestro 'ladrón de periódicos'.

    Finalmente, sabe usted también que la radio es el medio más querido. Aporta intimidad, cercanía y muchas más cosas que son de sobra conocidas.

    En definitiva, mi opinión es que la prensa está pasando por un periodo de crisis de identidad. No termina en absoluto de encontrarse cómoda ante los nuevos retos informativos del siglo XXI. Y sospecho que eso lo están percibiendo los lectores y, desde luego, los anunciantes. Para colmo, los periódicos gratuitos han venido a hacer más sangre en este ya sangrante episodio.

    Es muy complicado aventurar hipótesis acerca del futuro de la prensa escrita. Pero de lo que no me cabe la menor duda es de que el tiempo, que siempre es un valor seguro, sabrá perfectamente poner las cosas en su sitio.

    (Disculpe la extensión de este comentario, pero es que su entrada me ha aparecido apasionante).

    Un saludo muy cordial.

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  7. A/at. Manuel Ortiz:
    No sólo no hay motivo para disculpar la extensión de su comentario, sino que debo agradecérselo.
    Reflexiones como las suyas son las que ayudan a comprender o aventurar el pasado, el presente y el futuro inmediato de la prensa y, por extensión, del mundo de la información.
    Suscribo prácticamente todo cuanto expone. El asunto es y será motivo de debate y, confío, en que sea un debate constructivo, sin dogmas ni posiciones preconcebidas, porque son estas --las premisas de quienes "no aman" el oficio de informar sino que simplemente lo instrumentalizan o lo utilizan con fines exclusivamente económicos-- las raíces de muchas de las dificultades que arrastramos para hacer un correcto diagnóstico y buscar soluciones prácticas (hay genialidades que están más cerca de la ocurrencia que de la fórmula magistral).
    Un abrazo.

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