Con toda probabilidad, usted ha acudido en alguna ocasión a una consulta médica privada, o se ha sometido a un análisis de sangre o se ha hecho una radiografía en un servicio clínico privado, ¿verdad?, y mientras aguardaba a que le atendieran echó una ojeada a alguna de las revistas médicas con las que numerosos clientes-pacientes matan el tiempo en las salas de espera.
Pues bien, los autores del 20 por ciento de los artículos que usted ha leído en esas publicaciones han escrito al dictado de empresas privadas; es decir, se han prestado a redactar textos que defienden intereses comerciales.
Pues bien, los autores del 20 por ciento de los artículos que usted ha leído en esas publicaciones han escrito al dictado de empresas privadas; es decir, se han prestado a redactar textos que defienden intereses comerciales.
«A pesar de la creciente preocupación médica por los escritores fantasmas, hasta ahora no se han adoptado medidas para contener adecuadamente el problema (...) Cuando el médico de un paciente se basa, directa o indirectamente, en un artículo de una revista que contiene datos de eficacia y seguridad falsos o manipulados, los autores invitados serán considerados legalmente responsables de los posibles daños al paciente», escriben Xavier Bosch, Bijan Esfandiari y Leemon McHenry en "Challenging medical ghostwriting in US courts" [El desafío a la medicina de los escritores fantasma, en los tribunales de EE UU], publicado en PLoS Medicine.
INFORMACIÓN obtenida a través de NOgracias.eu (en castellano), página web dedicada a la relación medicina-industria que conviene visitar periódicamente.
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